La tarea del intelectual, si se permite usar ese calificativo sin ostentación ni prepotencia, consiste en aportar ideas, afinar la lectura y mejorar las comprensiones de los problemas a los que dedica su tiempo, trabajo y esfuerzo profesional. En el caso de quienes, sumados a procesos investigativos, académicos, organizativos y de movilización, apuestan por contribuir a robustecer la reflexividad del movimiento étnico del que se sienten y, efectivamente, hacen parte; esta tarea cubre unas preocupaciones mayores que retan la práctica pretendidamente objetivista de quienes, situados al margen de tal adscripción, estudian la afrodescendencia como un asunto de otros, como una manifestación heterónoma a la cual pueden acercarse como si de objetos de análisis se tratara.
En este trabajo, elaborado inicialmente como un breve manual
para la investigación de la afrodescendencia con estudiantes de ciencia
política, se parte de una primera evidencia que no solo reta tal postura sino
que lleva a la convicción de que pensar desde afuera no es pensar con el otro
ni a partir del otro sino pensar al otro; muy en el sentido en que Grosfoguel
nos advierte de la existencia de una egopolítica
del conocimiento que no solo instaura “el canon de pensamiento del hombre occidental” sino
además, y fundamentalmente, se ha dedicado a “estudiar al “otro” como objeto y no como sujeto que produce
conocimiento” (Grosfoguel 2012, 14) .
Esta
claridad lleva a preocuparse no solo por la manera como el otro (es decir
nosotros) ha sido estudiado sino además por las formas que ha asumido el
discurso con el que se le ha estudiado, habitualmente animando las barreras del
pensamiento eurocentrado a partir del cual la universidad y los centros
epistémicos disciplinares han trazado rutas explicativas de lo que es, ha sido e - incluso-, podría ser[2].
1. Ascendencia y descendencia
En el trabajo mayor al que pertenece esta sección, se explora lo que considero constituyen vertientes autónomas de
pensamiento y reflexividad propias que, incluso en diálogo con las formas
tradicionales de validación de conocimiento y con sus cultores, favorecen la posibilidad
de aportar a la construcción de una teoría de la afrodescendencia cuyo centro
es el proceso de invención étnica característico de escuelas, tradiciones,
enfoques y tendencias articuladas en movimientos, comunidades, organizaciones y
liderazgos centrados en leer y entender la afrodescendencia como posibilidad
autoenunciativa.
Bajo tal
premisa, al inicio de este apartado habría que intentar aportar ideas que den cuenta de la noción de
pertenencia étnica, empezando por resituar la comprensión de la ascendencia o
descendencia africana, brevemente presenta aquí y más extensa en la versión original.
Si se acude
al diccionario oficial del idioma, pocas luces aparecen para dilucidar el
asunto; puesto que con uno u otro término aparecen mixturados elementos
genealógicos, históricos e identitarios:
1. f. Serie
de ascendientes o antecesores de alguien.
Descendencia.
(Del lat. descendens, -entis, descendiente).
1. f. Conjunto de hijos, nietos y demás generaciones
sucesivas por línea recta descendente.
2. f. Casta, linaje, estirpe.
Visto así, bien valdría
lo uno y lo otro para hacer figurar la pertenencia originaria africana de
quienes se sienten herederos de tal estirpe; independientemente de si se
insiste que en el primer caso se implica subir mientras que en el segundo se
alude a bajar. Como hijos, nietos y demás generaciones sucesivas, nuestra
herencia es africana. Podría argüirse que lo es igualmente europea e
indoamericana: lo que, pese a ser cierto, ya he considerado en otro momento (ver). Dado
que lo que interesa es esclarecer por qué denominarse afrodescendiente, debo
advertir que en inglés sólo existe uno (descendent), mientras en castellano
existen ambos términos para dar cuenta de las generaciones desde el pasado
hacia el presente o desde el presente hasta el pasado. En ultimas, desde abajo
y hacia atrás pretendemos celebrar, reivindicar y sustentar la ancestralidad
que se reclama para un pueblo o grupo étnico que encuentra evidencias y razones
justificadas para sentirse heredero y adscrito a cosmovisiones, tradiciones,
formas identitarias, pertenencias culturales y patrimoniales propias, que le
emparentan con pueblos y naciones africanas.
Junto al asunto de la etnonimia o de la apropiación de un
nombre para sí mismo; aparece el asunto de la propia comprensión, enfrentada a
la comprensión del otro. La experiencia íntima de ser un sí mismo frente a
otros, capaz de significar por sí mismo y de entenderse en su propia
historicidad, cuya lectura no puede hacerse sino en los moldes de la propia
identidad, constituye un reto de significativa trascendencia.
En cuanto lo idéntico a sí mismo se expresa y se pone en
diálogo con lo que le resulta exterior puede ser reconocido, respetado o
aceptado pero también objetivado, mistificado o instrumentalizado en función de
una identidad que, universalizada, resiste de mala manera cualquier oposición
identitaria. El otro, hecho a nuestra imagen y semejanza, también puede ser
entendido contra nuestra imagen y semejanza; es decir doblemente falsificado en
procesos de homogeneización tanto como en procesos de sindicación, gestando una
hermeneútica del otro (Dosse 2003) que transporta las
propias comprensiones hasta la estatura del que, bajo procesos históricos
claramente intencionados, resulta roto, fragmentado y corto. Tal doble
falsificación inaugura imaginarios, figuraciones y representaciones con las que
se instalan dispositivos estéticos y retóricos que modifican al otro y producen
una recepción distorsionada de lo que
para sí mismo pretende ser, si se me permite abusar del lenguaje de Ricoeur
en su fenomenología y estética del lenguaje (Ricoeur 2006,
800) ,
desvinculando el ser del otro de su palabra y, más aun, de su percepción y
comprensión.
Así, el africano leído por europeos resulta negro.
Mistificado y dicho en los odres categoriales de la vieja Europa, los hijos de
África aparecen como el no ser, faltos de mismidad, retóricamente expuestos en
la otredad de quien le inventa cosificado como esclavo e inferior. De tal
suerte resulta esta mistificación que puede advertirse, sin mayor asombro, que
no solo la historia como pretendiera Hegel, sino incluso la razón porta un
color que la hace excluyente y quimérica (Chukwudi Eze 2001) ; una táctica
invencional que acude a la riqueza y vitalidad del lenguaje y de la
construcción epistémica[3]
para nulificar, desconocer y obliterar al otro imposibilitado de decirse a sí
mismo a fuerza de no poder torcer los puentes estructurales que construye el
poder a lo largo de la historia (Grosfoguel,
2008).
El carácter reverso de esta
lectura, construida con la valoración académica y la significación intelectual del
propio mundo cultural, rico en diversidad y matices frente a la universalización
homogeneizadora occidental puede llevarnos a entender, como hiciera Anta Diop
que “Prometeo, el dios castigado por robar el conocimiento a los dioses y
entregárselo a los hombres no era un dios europeo sino africano, no era blanco
sino negro” (Diop 2012) ; como quiera que las
narraciones, historias y relatos que animan nuestro imaginario resultan
producto de instalaciones categoriales y conceptuales que legitiman una
comprensión sociohistórica determinada (blanqueada y occidentalizada) en la que
no cabe siquiera pensar que la misma es el producto de viajes, préstamos y
robos de aquellos instrumentalmente vendidos como incapaces de tales formas de
pensamiento.
Así,
puede pensarse que cuando Kant comenta que "este tipo era bastante negro de
arriba abajo, una clara prueba de que lo que dijo era estúpido", reproduce
y alienta una comprensión exotizada y ridícula del otro; imaginario que toma
cuerpo y se escenifica en una dinámica de producción de conocimiento
denominada por Grosfoguel egopolítica. Bajo
tal categoría, advertimos que el pensamiento toma cuerpo; no sólo porque el
cuerpo del otro resulte dicho sino además porque lo dicho se encarna en una
exaltación victoriosa del propio cuerpo, estableciendo relaciones corporeizadas
que se racionalizan, se naturalizan e incluso resultan esencializadas al
incorporar formas de saber disciplinariamente instrumententalizadas que contribuyen
a producir y reproducir tal ficción en disciplinas fisiográficas como la
biología, la antropología y la geografía por largo tiempo[4].
Para
teorizar la pertenencia afrodescendiente se precisará entonces romper con una
tradición enunciativa que reduce y minimiza los aportes históricos, sociales,
políticos y culturales que, afincados en África, han sido negados y
vilipendiados; mientras constituyen un estandarte intelectual disponible para
quienes valiéndose de las herramientas de producción y validación de
conocimiento disponibles, esperan aportar comprensiones e imaginaciones
nutricias de tal pertenencia.
3.
Criterios disciplinares para valorar
la producción académica afrodescendiente
En el contexto de los debates y
enfrentamientos por la construcción epistémica de la universidad y los
discursos académicos nacidos del contagio y aproximación disciplinar, quienes
apuntamos a aportar a la edición y reedición te teoría política en contextos de
significación étnica (y quienes lo hacen bajo otras consideraciones,
igualmente) nos vemos avocados a entender que trabajamos con lo que Ruth Grant
denomina una experiencia educativa que recuerda la experiencia religiosa. En
sus palabras, “una educación de este tipo
es posible sólo a través del encuentro y el estudio de los grandes productos de
la imaginación humana” (Grant 2011,
12) . Bajo esta premisa, las nociones de libertad,
igualdad, inclusión o diferencia, entre las muchas otras a las que acudimos
para adelantar el trabajo teórico, conllevan la dificultad de advertir que, no
existentes en la realidad, proceden del universo imaginativo o, más aun,
figurativo con el que representamos el mundo dado y el porvenir.
Sin embargo, ello no hace indeseable
o innecesario nuestra tarea ni la reconstrucción categorial; mucho más porque
con estos materiales opera la edificación del mundo o, dicho de otro modo, la
intervención en la realidad empírica; propuesta, argumentada, diseñada y
operada por fuerzas efectivamente presentes en tal oficiosidad.
Planteado así, lo que se hace
evidente es que debemos poner tales estudios en situación: nos encontramos ante
un doble juego político que, de un lado anima la actuación intelectual al
servicio del discurso mercantil, comercial, financiero y productivo, ferozmente
defendido e instrumentalizado por quienes ostentan posiciones de poder;
mientras del otro lado emerge, se sostiene y batalla un discurso emancipatorio,
solidario y comunalista que todavía puede ser denominado humanista; para el que
saber, tener y poder no sonbienes atesorables sino herramientas para
reconstruir el mundo a la medida del ser humano.
Ante nosotros emerge entonces el reto
de sostener argumentalmente el mundo tal como se lo conoce o producir nuevas
comprensiones que, incluso y decididamente, apuesten a su transformación.
Enfrentados estos ejércitos de intelectuales, acuden a métodos
interpretativos e históricos (…)(que) dan lugar a un tipo de “religión” secular
en la que los miembros de sectas interpretativas en competencia generan
comentarios parciales acerca de los textos “sagrados” del “canon” (Grant 2011, 12) . A la misma mesa (Arcos Rivas
2011)
o en mesas separadas (Almond 1999) , las y los cultores
de las disciplinas sociales se instalan en uno u otro ejercito; llevando al
campo de batalla de lo social y político las banderas de su imaginación,
esperando vencer, diezmar o, por lo menos, salir indemnes de la confrontación intelectual.
De esa manera, resulta cierto y
necesario afirmar que quienes acceden a niveles formativos y responsabilidades
institucionales involucradas en el entendimiento de la afrodescendencia
deberían comprender la tarea investigativa y académica como parte de una
actividad intelectual en la que sus cultores apuntan a instalar dispositivos
conceptuales y categoriales que contribuyen a la puesta en situación de la
condición étnica, sus dinámicas, dilemas, retos y posibilidades;
independientemente de si se hace parte de las comunidades, organizaciones o
procesos que identifican el movimiento de un pueblo o grupo étnico.
En tal empresa, al menos cuatro criterios
deberían ser cuidados en la tarea intelectual:
a.
Fortalecer la afrodescendencia en el
estatus disciplinar
Tal como afirma Grant, “La ciencia es
una empresa creativa” (Grant 2011,
13) ;
por lo mismo, su valor no consiste en llegar a verdades, entelequias o
mentefactos ni producir artefactos y herramientas sino en construir sentidos; y
aportar a la significación y comprensión del mundo humano; tanto en ciencias
naturales como en las sociales.
Dado que la afrodescendencia se vive
y se reclama, el trabajo intelectual debería contribuir a instalarla
vigorosamente al interior de las disciplinas sociales; aportando coherencia,
comprensibilidad y calidad estética a su análisis, presentación y defensa en
los diferentes escenarios deliberativos con los que se construyen comunidades
académicas y de indagación científica.
De la misma manera, habría que afanarse
en validar y sopesar entre diversas perspectivas y enfoques que animan la
construcción teórica, de modo que el trato con los problemas en torno a la
afrodescendencia nos permita arrumbar formas proposicionales, prácticas
inferenciales y metodologías cuya implementación poco o nada aporta a la
comprensión de los mismos, a la definición de marcos de actuación institucional
o a la adopción de políticas públicas que, pese a estar en boga o resulten
disponibles, no aporten e incluso impidan la transformación de las condiciones
de existencia reales de comunidades e individuos.
Por ejemplo, entre universalismo multicultural y
relativismo cultural, crece un desencuentro tan inmenso como el más elevado de
los muros construidos hasta ahora para
separar a los seres humanos. Uno y otro son ofertados como alternativas únicas
y excluyentes, sin posibilidad alguna de negociación. Sin embargo, considero que en el
trabajo de teorización étnica deberíamos enfrentar tal dicotomía con mayor
originalidad, apostándole a restituir la significación de la identidad más allá
de subsumirla en códigos constitucionales o reglas de juego en las que el otro
existe encapsulado y mimetizado en la propia comprensión.
Apostarle a la
invención étnica como categoría de significación política en la que los
miembros de una colectividad definen para sí mismos el contenido de su
especificidad y se agendan de manera autónoma frente a los embates de la
civilidad y la institucionalización parece razonable.
b.
Asegurarse de contar con un buen blindaje
ideológico
La tarea de investigación y análisis
en ciencias sociales no está exenta de constituirse en una labor altamente
especulativa e incluso acrítica. Ante los reclamos de no valoratividad que
animan la producción de ciencias sociales bajo el modelo positivista y en la
instalación del conductismo como la perspectiva dominante en ciencia política;
debe advertirse que la valoratividad siempre será una opción. Contra ella surten alternativas epistémicas y maneras de corrección en el
diseño categorial que llevan a pensar por cuáles salvaguardas ofrece el académico
o el investigador ante la práctica de instrumentalización ideológica que, en
todos los casos, resultará seductora.
Sea que se instale en el liberalismo,
que tenga militancias marxistas o que pretenda situarse imparcialmente en un eufemístico
centro entre izquierdas y derechas, será necesario proveerse de herramientas
intelectuales que lleven a producir un blindaje ideológico en el intelectual
dedicado al estudio de la afrodescedencia.
Al momento de tratar con asuntos como
la discriminación, el racismo o el blanqueamiento, una pésima formación
disciplinar puede llevarle a obviar, suponer, eludir o juzgar prejuiciosamente
asuntos cuyo contenido y tramitación académica puede llevarle a espejismos o a
confundir un encallamiento con el arribo a tierra firme.
Sin embargo, pese a la alerta frente
a la carga valorativa e ideológica que podría conllevar el trabajo de estudio
en ciencias sociales, resulta necesario arriesgarse a proponer claves de
lectura de los asuntos bajo análisis, considerando incluso que el mismo puede
resultar provisorio, presentar dejos discutibles y requiebres disputables; tal
como ocurre con cualquiera otro de los asuntos a los que las disciplinas sociales
se aproximan.
c.
Perseverar en la renuencia
especulativa
Al igual que con las reservas
ideológicas; en el trabajo de investigación social siempre será posible
“discursear” sin mayor respeto por los hechos y contenidos vividos con los que,
finalmente, se trabaja en estas disciplinas. Por ello, dado que el quehacer de los
intelectuales y académicos no es ingenuo o inocente, se precisa el revelamiento
de sus intencionalidades.
La tarea de las y los intelectuales apostados a
trabajar para construir con comunidades, organizaciones y procesos, escuchando
su voz, advirtiendo sobre la historia, enseñando sobre los procesos,
interpretando las experiencias acumuladas, contribuyendo a esclarecer las
elecciones y expectativas tras los rumbos de acción y oficiando de traductores
para proveerles de mejores argumentaciones, caracterizaciones de los actores,
comprensiones de los escenarios y anticipando rumbos actuacionales
característicos de un movimiento étnico hace que, más allá de una relación
funcional u organicista, contribuyan a significar e identificar a tal
movimiento como académicos e investigadores; mucho más cuando tales académicos
e intelectuales no tienen que ser, necesariamente “nuestros” académicos o
“nuestras” intelectuales.
Si “convertirse en un buen crítico
requiere cierto conocimiento básico, práctica y oportunidades de comparación
entre otras cosas” (Grant 2011,
17) ,
la tarea crítica del investigador y del académico interesado en asuntos
políticos consiste entonces en conocer los resortes históricos y culturales que
mueven a quienes adscriben a un determinado grupo étnico a operar en lo público
su pertenencia identitaria y su ancestralidad, rompiendo con tradiciones
prejuiciosas, o susceptibles de ser tildadas por tales; que puedan impedirle
alcanzar tal conocimiento.
Evitar y denunciar las
fantasmagorías, ideaciones, maquinaciones, mistificaciones e ideologías en
cuanto valorativas, ideológicas, carentes de sensibilidad y opacas ante la
significación del otro sería un buen criterio de operación al momento de tratar
con conceptos, teorías, enfoques y perspectivas analíticas que le estén
disponibles.
Entender la afrodescendencia, su
configuración histórica, las maneras como ha sido dicha y debatida entre
apologistas, pragmáticos, reaccionarios y detractores, las discusiones
temáticas y conceptuales que le sean propias y las visiones categoriales y
disciplinares con las que haya sido imaginada, absorbida o hipostasiada en las
diferentes versiones disciplinares disponibles.
Abusando nuevamente del contenido textual en
el artículo de Grant, ya citado, habría que entender que “el estudiar los
productos del pensamiento y la imaginación humanos a través de la historia y a
lo largo de las diferentes culturas genera un aprecio por la inmensidad de los
logros, pero también implica el reconocimiento de los límites del entendimiento
y las capacidades humanas (…)porque lo que motiva la investigación es la
crítica de los marcos conceptuales existentes como insuficientes para explicar
las situaciones contemporáneas” (Grant 2011, 19)
d.
Apostar al diseño del futuro.
A falta de estándares para la
producción de teoría, la renuncia especulativa y el blindaje ideológico
deberían contribuir a que la teoría política contribuya insistentemente al
diseño del futuro; sin que en ello se impliquen prácticas deterministas,
imposibles en las ciencias sociales y, emnos aun, en el estudio de la política.
Seguramente muchas impresiones
cotidianas y acumuladas en el tiempo nos lleven a pensar que el mundo humano es
ingobernable. (decir por qué) Sin embargo, ello no implica apocarse ante la
incertidumbre, palidecer ante los retos del presente ni paralizarse ante el
exigente reclamo de futuro o ante la obligación moral y política (que no rentabilística)
de diseñar el futuro.
Si bien aportar al conocimiento de
los asuntos humanos en ciencias sociales permite sostener la duda sobre la
inconveniencia de producir cierres o soluciones terminales a los asuntos bajo consideración teórica, es necesario
afinar y aguzar la capacidad de visión para, en caso de no arribar a puerto,
dirigir la nave a donde presumiblemente este se encuentra. Seguramente colón
desconociese dónde quedaba aquella tierra de la que tanto había oído hablar;
pero le animaba el anhelo de encontrarla dirigiendo sus navíos a donde su
imaginación, su entendimiento y su conocimiento del mar le permitieran advertir
la novedad de un continente existente sin los viejos ojos de Europa puestos
sobre él.
Para un pueblo o grupo étnico; este
argumento resulta fundamental, como quiera que su capacidad de inventarse pasa
por sopesar lo que ha sido, lo que es y lo que pesa para seguir siendo tal en
medio de las turbulentas aguas de la inadecuación, la individuación y la
fragmentación tan eficientemente ofertadas bajo el modelo de relacionamiento e
interacción voluntarista defendido y comercializado cotidianamente y en buena
parte de las agendas académicas occidentalizadas.
Trabajos citados
Almond, Gabriel. Una disciplina segmentada.
FCE, 1999.
Arcos Rivas, Arleison.
A LA MISMA MESA: Aproximación al diálogo entre Ciencia Política e Historia
en el estudio de la afrodescendencia. 7 de agosto de 2011. http://cuestionp.blogspot.com/2011/08/la-misma-mesa-aproximacion-al-dialogo.html.
Chukwudi Eze,
Emmanuel. «El color de la razón: las ideas de "raza" en la
antropología de Kant.» En Capitalismo y geopolitica del
conocimiento , de Walter (comp) Mignolo, 201-251. Ediciones del
signo, 2001.
Diop, Sheikh Anta. Naciones
negras y cultura. Bellaterra, 2012.
Dosse, François. Michel
de Certeau. El caminante herido. Universidad Iberoamericana, 2003.
Grant, Ruth. «Teoría
política, ciencia política y política.» Crítica Contemporánea. Revista de
Teoría Politica 1, nº 1 (2011): 10-27.
Grosfoguel, Ramón.
«Retos de los estudios étnicos en Estados Unidos en el sistema universitario
global occidentalizado: entre el multiculturalismo liberal, las políticas
identitarias, la colonización de las disciplinas académicas y las
epistemologías decoloniales.» Relaciones Internacionales, nº 19 (2012):
13-26.
Ricoeur, Paul. tiempo
y narración. 4ª edición en español. Vol. III. Siglo XXI, 2006.
[1] Este
aparte pertenece a un proyecto en desarrollo adelantado desde 2011, cuyo título
es “entender la afrodescendencia: Tendencias contemporáneas para el
estudio y la movilización política”.
[2]
Piénsese por ejemplo en cómo el trabajo intelectual en el país apostó por mucho
tiempo a ofertar el mestizaje, la hibridación cultural y la desidentificación
como evidencias de un creciente, progresivo y deseado blanqueamiento;
consistente con el diseño de una única versión de la nacionalidad anhelada por
las elites republicanas. En el mismo sentido, cabría la posibilidad de entender
bajo esa lógica determinista las dificultades para situar en el país una
dinámica incluyente en la concepción del ordenamiento territorial, respetuosa
de las particularidades étnicas tras la ocupación histórica del territorio
colombiano.
[3] Si es el
lenguaje el origen de la desigualdad humana queda entonces por ser demostrado
de modo pertinente. Bajo esta
consideración, animada por el pensamiento de Rousseau, la libre naturaleza humana difiere del
encadenamiento en un estado de naturaleza
bajo el surgimiento del lenguaje como instrumento civilizador.
[4] En el
trabajo de Chukwudi Eze se estudian ampliamente los aportes de Kant a la
articulación de las relaciones gemelas entre antropología y geografía física.
El olvido de la biología en ese trabajo no obedece en realidad a un descuido
sino al hecho de que, estudiando al pensador alemán, la biología resulta
contenida tanto en el conocimiento sicológico de “lo que la Naturaleza le hace
al hombre” tanto como ·lo que podría hacer o debería hacer de sí mismo” al ser
animales con historia, liberalidad y costumbres, como afirma Kant en su ensayo
de 1775 ‘acerca de las diferentes razas
de seres humanos’.
Hermano, me parece muy interesante este escrito. En el marco de la tesis, he escrito mucho al respecto y creo este texto me va a ser muy util para ampliar algunos aspectos.
ResponderEliminarApreciado Yeison. ¡Siempre estoy para el gasto, mi hermano!
ResponderEliminarQué bonito que desde la Ciencia Política se empiecen a abordar este tipo de temas. Más bonito aún saber que sean los mismos politólogos afrodescendientes que lideren esta aproximación teórica. Aunque no es mi énfasis como politólogo aplaudo trabajo como estos. Sin quitarle méritos a su trabajo, qué bueno sería poder hacer algo con mayor profundidad y que se pueda publicar. Saludos.
ResponderEliminarJosé Camilo,
EliminarGracias por su comentario.
Como le menciono, este ejercicio es parte de un trabajo mayor que espera ser publicado.
Qué bien! Me gustaría leerlo
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