De modo breve, quisiera presentar algunas notas para
evidenciar el vínculo de la actual discusión en torno a la reforma migratoria
en los Estados Unidos con el impacto planetario de los procesos migratorios en
el sistema transnacional de explotación capitalista que, de tanto en tanto produce
noticias en torno a fenómenos que la ciencia social convierte, cada vez más y con
mayor interés, en juiciosos análisis.
Sobre la mesa, la regularización, el acceso a derechos de ciudadanía,
la incorporación laboral, la permanencia de inmigrantes con estudios
superiores, la permanencia de los hijos nacidos en el nuevo territorio, vuelven
a estar en discusión tras varios intentos de retar una política migratoria que
contradice el origen de los Estados Unidos; país de diásporas por excelencia.
En la actual coyuntura, el Presidente de los Estados Unidos
Barack Obama está ante un reto de proporciones similares a las que se
consideraban en la revuelta civil que culminó con la extinción de la
esclavización en ese país, hacia 1865; pues la reforma migratoria tiene visos
de declaratoria de emancipación, en la medida en que podría significar la redención
social, política y económica de quienes, persiguiendo el eufemístico ‘american dream’, padecen hoy las
inclemencias de la desprotección en salud, el subempleo y la explotación
salarial.
Pese a que no pueda hablarse de esclavitud en condiciones
asalariadas(Moulier Boutang 2006) , la condición de
indocumentado sitúa en la ilegalidad cualquier proceso contractual que pudiera
esgrimirse, por lo que la situación del migrante asalariado tiende a reflejar inferiorización,
precarización y falta de beneficios y
garantías ante la férrea sanción para las empresas que osen vincularles. Las
que lo hacen, bajo cálculos rentabilísticos, minimizan el costo de la operación
productiva con prácticas de sobreexplotación bajo amenaza en condiciones muchas veces infrahumanas. Sumado
a ello, los controles biométricos en la frontera han obligado a los “mojados” y
“topos” a intentar su paso a los Estados Unidos por vías cada vez más peligrosas,
indignas y costosas, que les ‘amarran’ a quienes operan como sus benefactores,
incluso extorsionándoles con el cobro de porciones de su exiguo salario para no
reportarles con la agencia de inmigración.
Presumiblemente, la de los Estados Unidos no será la única
reforma migratoria a la asistiremos en la presente década, a consecuencia de la
“preferencia” colonial que evidencia las complejas redes transnacionales del
fenómeno (como se observa en los estudios migratorios hacia España por parte de
suramericanos, por ejemplo); por lo que en América del Sur deberemos acrecentar
las preocupaciones por los impactos que las mismas tendrán sobre el masivo retorno
de nacionales (incluso en situaciones de empobrecimiento peores a las
iniciales), la concentración en área urbanas de quienes retornan, los problemas
de inserción laboral, cobertura médica y educativa, mucho más en momentos en
los que la recesión en países tradicionalmente receptores presiona hacia la
expulsión y la operación de sistemas sancionatorios que jalonan hacia la fronteras
de ilegalidad, marginalidad y pobreza[1].
En la práctica, lo que queda claro es que los procesos
migratorios en tiempos de globalización sólo importan negativamente a los
estados en cuanto son pobres y con baja escolaridad los que llegan en número
incluso mayor que los de sus poblaciones históricamente con desventajas(Martinez Pizarro 2011, 271) . Por ello, resulta preocupante
además que las mujeres se hayan convertido en “una poderosa corriente
silenciosa” cuyos niveles migratorios pueden ser semejantes a los de los
hombres pero no las condiciones laborales ni los ingresos (UNFPA 2006, 21-31) , reproduciendo en el
esquema sistémico de explotación
capitalista transnacional fenómenos de similar magnitud vividos por ellas en
sus países de origen.
Si se mira con calma, el traslado de profesionales
provenientes de países suramericanos o asiáticos, especialmente en el área de
la salud (OPS 2006; Malvárez 2009), se valora sustancialmente diferente frente al
éxodo de quienes, faltos de oportunidades, las buscan al costo que sea,
abandonando familias, proyectos de vida personales y colectivos y naciones (Gonzalez Gil 2009; Revilla y Gómez 2012).
La migración, en el caso de los africanos, más que reflejar
dinámicas de transnacionalización por fuera de África expresan tendencias
intranacionales e intracontinentales(García Fernandez 2006/2007) equiparables a las
que ocurren en situación de desplazamiento y desarraigo afrodescendiente en nuestro
país, en buena medida marcadas por mercados de violencia, extensión de la
desigualdad, desabastecimiento y precariedad en la distribución de recursos. Sin
embargo, resulta bastante osado y muy complicado hacer alusión a las
implicaciones de este fenómeno, pues falta levantar datos que permitan entender
la incidencia de la dinámica migratoria internacional sumada a la complejidad
del destierro y el desarraigo local (procesos que suelen ser leídos de manera
dual), tal como apenas empieza a hacerse en incipientes ejercicios
exploratorios[2].
Finalmente, pese a la extensión del fenómeno migratorio y su expresión sistémica, resulta significativo que no contemos con redes antisistémicas capaces de entender el fenómeno y enfrentarlo; evidencia del actual momento de desasociego con el que la ciencia social, sobrecogida cual profeta Jeremías, ve terror por todas partes sin que pueda sobreponerse al desaliento que produce la inacción, la indignación y el fraccionamiento de los que marchan todavía, mientras los más corren despavoridos ante el colapso planetario.
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Apostilla
Parece increíble pero, Mississippi, uno de los estados
sureños más recalcitrantes y responsable de sonadas muertes y enfrentamientos racializados
mantuvo formalmente la esclavización
hasta el pasado 7 de febrero. De hecho, Delaware en 1901, Kentucky en 1976 y
Mississippi en 2013 (pese a haberla ratificado en 1995 sin registro en el
Archivo de los Estados Unidos) constituyen los tres estados que ingresaron al
siglo XX sin que hubiesen eliminado legalmente la esclavización de sus códigos.
Más que curioso el asunto de los requiebros históricos con ciertos fenómenos
que, aparentemente desparecidos, conservan intactos sus propios fantasmas.
Trabajos referenciados
García Fernandez, Cristina. «Las causas de la
emigración en África.» Papeles, 2006/2007: 89-98.
Gonzalez Gil, Adriana.
Lugares, procesos y migrantes. P.I.E. Peter Lang, 2009.
Malvárez, Silvina. Migración
de recursos humanos para la salud. Avances y perspectivas para las Américas.
Organiación Panamericana de la Salud - OPS, 2009.
Martinez Pizarro, José
(ed.). migración internacional en América Latina y el Caribe. nuevas
tendencias, nuevos enfoques. CEPAL, 2011.
Moulier Boutang, Yann.
De la esclavitud al trabajo asalariado. Economía histórica del trabajo
assalariado embridado. Akal, 2006.
OPS. Migración de
recursos humanos en salud - Subregión Andina. Organización Panamericana de
la Salud - OPS, 2006.
Revilla Blanco,
Marisa, y Cristina (eds) Gómez Johnson. Caminos de ida y vuelta. Redes,
migración y desarrollo. Red Universitaria de Investigación sobre
Cooperación para el Desarrollo , 2012.
UNFPA. «Hacia la
esperanza: Las mujeres y la migración internacional. Estado de la Población
Mundial 2006.» http://www.unfpa.org/webdav/site/global/shared/documents/publications/2006/sowp06-sp.pdf.
2006.
[1]
Infortunadamente buena parte de los estudios migratorios disponibles no han
incorporado con suficiencia una variable diferencial étnica y de género en su
análisis, concentrándose en los componentes económicos, poblacionales y
demográficos del asunto. Ello nos deja sin datos para analizar, por ejemplo, la
incidencia de la condición de migrante y la exclusión del empleo formal sobre
la prostitución de mujeres afrocaribeñas, venezolanas y colombianas, la
ocurrencia de abusos sexuales sobre las mismas, la sobreexplotación por razones
étnicas, la racialización y el trato prejuiciado, entre otros.
[2] Por
referencias, hago alusión al trabajo de pregrado del 2011 adelantado por Keyra Lisset Asprilla Córdoba en el que
analiza la migración internacional en afrocolombianos; el cual infortunadamente
no pude usar para esta nota.
si si mississipi lo ha echo este mes de febrero ... que verguenza !
ResponderEliminarVergonzosa mácula en un estado manchado de mucha sangre por mucho tiempo.
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