sábado, 23 de febrero de 2013

¡Me voy pa`l norte!


De modo breve, quisiera presentar algunas notas para evidenciar el vínculo de la actual discusión en torno a la reforma migratoria en los Estados Unidos con el impacto planetario de los procesos migratorios en el sistema transnacional de explotación capitalista que, de tanto en tanto produce noticias en torno a fenómenos que la ciencia social convierte, cada vez más y con mayor interés, en juiciosos análisis.

Sobre la mesa, la regularización, el acceso a derechos de ciudadanía, la incorporación laboral, la permanencia de inmigrantes con estudios superiores, la permanencia de los hijos nacidos en el nuevo territorio, vuelven a estar en discusión tras varios intentos de retar una política migratoria que contradice el origen de los Estados Unidos; país de diásporas por excelencia.  

En la actual coyuntura, el Presidente de los Estados Unidos Barack Obama está ante un reto de proporciones similares a las que se consideraban en la revuelta civil que culminó con la extinción de la esclavización en ese país, hacia 1865; pues la reforma migratoria tiene visos de declaratoria de emancipación, en la medida en que podría significar la redención social, política y económica de quienes, persiguiendo el eufemístico ‘american dream’, padecen hoy las inclemencias de la desprotección en salud, el subempleo y la explotación salarial.

Pese a que no pueda hablarse de esclavitud en condiciones asalariadas(Moulier Boutang 2006), la condición de indocumentado sitúa en la ilegalidad cualquier proceso contractual que pudiera esgrimirse, por lo que la situación del migrante asalariado tiende a reflejar inferiorización, precarización  y falta de beneficios y garantías ante la férrea sanción para las empresas que osen vincularles. Las que lo hacen, bajo cálculos rentabilísticos, minimizan el costo de la operación productiva con prácticas de sobreexplotación bajo amenaza  en condiciones muchas veces infrahumanas. Sumado a ello, los controles biométricos en la frontera han obligado a los “mojados” y “topos” a intentar su paso a los Estados Unidos por vías cada vez más peligrosas, indignas y costosas, que les ‘amarran’ a quienes operan como sus benefactores, incluso extorsionándoles con el cobro de porciones de su exiguo salario para no reportarles con la agencia de inmigración.

Presumiblemente, la de los Estados Unidos no será la única reforma migratoria a la asistiremos en la presente década, a consecuencia de la “preferencia” colonial que evidencia las complejas redes transnacionales del fenómeno (como se observa en los estudios migratorios hacia España por parte de suramericanos, por ejemplo); por lo que en América del Sur deberemos acrecentar las preocupaciones por los impactos que las mismas tendrán sobre el masivo retorno de nacionales (incluso en situaciones de empobrecimiento peores a las iniciales), la concentración en área urbanas de quienes retornan, los problemas de inserción laboral, cobertura médica y educativa, mucho más en momentos en los que la recesión en países tradicionalmente receptores presiona hacia la expulsión y la operación de sistemas sancionatorios que jalonan hacia la fronteras de ilegalidad, marginalidad y pobreza[1].

En la práctica, lo que queda claro es que los procesos migratorios en tiempos de globalización sólo importan negativamente a los estados en cuanto son pobres y con baja escolaridad los que llegan en número incluso mayor que los de sus poblaciones históricamente con desventajas(Martinez Pizarro 2011, 271). Por ello, resulta preocupante además que las mujeres se hayan convertido en “una poderosa corriente silenciosa” cuyos niveles migratorios pueden ser semejantes a los de los hombres pero no las condiciones laborales ni los ingresos (UNFPA 2006, 21-31), reproduciendo en el esquema  sistémico de explotación capitalista transnacional fenómenos de similar magnitud vividos por ellas en sus países de origen.

Si se mira con calma, el traslado de profesionales provenientes de países suramericanos o asiáticos, especialmente en el área de la salud (OPS 2006; Malvárez 2009),  se valora sustancialmente diferente frente al éxodo de quienes, faltos de oportunidades, las buscan al costo que sea, abandonando familias, proyectos de vida personales y colectivos y naciones (Gonzalez Gil 2009; Revilla y Gómez 2012).

La migración, en el caso de los africanos, más que reflejar dinámicas de transnacionalización por fuera de África expresan tendencias intranacionales e intracontinentales(García Fernandez 2006/2007) equiparables a las que ocurren en situación de desplazamiento y desarraigo afrodescendiente en nuestro país, en buena medida marcadas por mercados de violencia, extensión de la desigualdad, desabastecimiento y precariedad en la distribución de recursos. Sin embargo, resulta bastante osado y muy complicado hacer alusión a las implicaciones de este fenómeno, pues falta levantar datos que permitan entender la incidencia de la dinámica migratoria internacional sumada a la complejidad del destierro y el desarraigo local (procesos que suelen ser leídos de manera dual), tal como apenas empieza a hacerse en incipientes ejercicios exploratorios[2].

Finalmente, pese a la extensión del fenómeno migratorio y su expresión sistémica, resulta significativo que no contemos con redes antisistémicas capaces de entender el fenómeno y enfrentarlo; evidencia del actual momento de desasociego con el que la ciencia social, sobrecogida cual profeta Jeremías, ve terror por todas partes sin que pueda sobreponerse al desaliento que produce la inacción, la indignación y el fraccionamiento de los que marchan todavía, mientras los más corren despavoridos ante el colapso planetario.
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Apostilla
Parece increíble pero, Mississippi, uno de los estados sureños más recalcitrantes y responsable de sonadas muertes y enfrentamientos racializados mantuvo formalmente la esclavización hasta el pasado 7 de febrero. De hecho, Delaware en 1901, Kentucky en 1976 y Mississippi en 2013 (pese a haberla ratificado en 1995 sin registro en el Archivo de los Estados Unidos) constituyen los tres estados que ingresaron al siglo XX sin que hubiesen eliminado legalmente la esclavización de sus códigos. Más que curioso el asunto de los requiebros históricos con ciertos fenómenos que, aparentemente desparecidos, conservan intactos sus propios fantasmas.

Trabajos referenciados


García Fernandez, Cristina. «Las causas de la emigración en África.» Papeles, 2006/2007: 89-98.
Gonzalez Gil, Adriana. Lugares, procesos y migrantes. P.I.E. Peter Lang, 2009.
Malvárez, Silvina. Migración de recursos humanos para la salud. Avances y perspectivas para las Américas. Organiación Panamericana de la Salud - OPS, 2009.
Martinez Pizarro, José (ed.). migración internacional en América Latina y el Caribe. nuevas tendencias, nuevos enfoques. CEPAL, 2011.
Moulier Boutang, Yann. De la esclavitud al trabajo asalariado. Economía histórica del trabajo assalariado embridado. Akal, 2006.
OPS. Migración de recursos humanos en salud - Subregión Andina. Organización Panamericana de la Salud - OPS, 2006.
Revilla Blanco, Marisa, y Cristina (eds) Gómez Johnson. Caminos de ida y vuelta. Redes, migración y desarrollo. Red Universitaria de Investigación sobre Cooperación para el Desarrollo , 2012.
UNFPA. «Hacia la esperanza: Las mujeres y la migración internacional. Estado de la Población Mundial 2006.» http://www.unfpa.org/webdav/site/global/shared/documents/publications/2006/sowp06-sp.pdf. 2006.




[1] Infortunadamente buena parte de los estudios migratorios disponibles no han incorporado con suficiencia una variable diferencial étnica y de género en su análisis, concentrándose en los componentes económicos, poblacionales y demográficos del asunto. Ello nos deja sin datos para analizar, por ejemplo, la incidencia de la condición de migrante y la exclusión del empleo formal sobre la prostitución de mujeres afrocaribeñas, venezolanas y colombianas, la ocurrencia de abusos sexuales sobre las mismas, la sobreexplotación por razones étnicas, la racialización y el trato prejuiciado, entre otros.
[2] Por referencias, hago alusión al trabajo de pregrado del 2011 adelantado por  Keyra Lisset Asprilla Córdoba en el que analiza la migración internacional en afrocolombianos; el cual infortunadamente no pude usar para esta nota.

2 comentarios:

  1. si si mississipi lo ha echo este mes de febrero ... que verguenza !

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  2. Vergonzosa mácula en un estado manchado de mucha sangre por mucho tiempo.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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