Primero fue Delmiro, su esposo y su hijo Carlos Mario; luego Jonathan
tampoco pudo despedir a su madre, asesinada el 7 de junio de 2012. Ahora, los
heraldos de la desgracia asestaron un nuevo golpe al balear mortalmente a Carlos
Arturo, un joven que pese a estar seriamente amenazado no había recibido siquiera
el mínimo de la protección policial que disfrutan quienes en este país ordenan
matar. La impúdica tragedia humanitaria que carcome a este país se confirma
nuevamente en las muertes recogidas bajo el nombre de Ana Fabricia Córdoba;
ante las cuales las organizaciones y liderazgos afrodescendientes ya no pueden
permanecer silenciosos.
Contar afrentas y homicidios que constituyen actos de discriminación y
racismo resulta difícil en un país en el que, junto a estos, se esgrimen otros motivos
e interés para operar las herramientas con las que se produce y reproduce la guerra
y la masacre. No obstante, si se acude a la cifra oficial de afrodescendientes asesinados,
puede notarse que en los últimos años resulta significativamente superior a la
media nacional; desplazándose de la zona del Urabá hacia aquellos municipios
con alta población perteneciente a este pueblo étnico; con mayor incidencia
sobre las mujeres.
De manera frontal, la agravación del drama humanitario resulta padecido por
quienes, sumando miedos se deciden a asumir las banderas de las víctimas y a
defender sus derechos. Tal como lo ha
denunciado hasta la saciedad Rosa Amelia Hernández, lideresa afrodescendiente del
proceso de restitución de tierras de las víctimas desplazadas por paramilitares
en Córdoba, “No hay garantías de seguridad para nosotros…”.
Estas violaciones de derechos
humanos en el caso de las y los afrodescendientes no sólo constituyen una clara
vulneración del orden jurídico y político, incapaz de preservar la vida humana;
sino que evidencian de manera escandalosa la afrenta gravísima a la “posibilidad
de construir alternativas de sociedad que tengan como base la conservación del
entorno natural y los valores culturales que reconocen la solidaridad y el
respeto por las distintas formas de vida” constitutivos del proyecto libertario
de resistencia y reexistencia afrodescendiente “basado en la vida y
en la alegría”; como se postula en el reciente informe “Derrotar la
invisibilidad”; adelantado por el proyecto de mujeres defensoras de derechos
humanos, del PCN.
Más allá de pensar que las muertes
de afrodescendientes añaden uno más a los indicadores de violencia en el país, habría
que situar tales cifras en una cartografía de la indignidad que evidencia el deterioro
irreparable de las condiciones de vida para este pueblo étnico. Sumadas todas
las fracciones, el mapa completo de las desgracias del pueblo afrodescendiente
debería concitar una urgente y decidida manifestación y movilización del pueblo
afrodescendiente en las mil y una alternativas de congregación y activación
organizativa que permitieran su expresión decidida y sostenida. En su lugar, hoy,
sólo hay silencio; pese a que la muerte florece nuestros cadáveres.
Referencias:
Colectivo de mujeres del PCN (2013). "Informe Sombra al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra La Mujer". Presentado al 56° período de sesiones – 30 de Septiembre – 18 de Octubre de 2013
PCN. (2012) "Derrotar la invisibilidad. Un reto para las mujeres
afrodescendientes en Colombia". Proyecto Mujeres Afrodescendientes
Defensoras de Derechos Humanos. http://www.afrocolombians.org/pdfs/DerrotarlaInvisibilidad.pdf
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. (2011)
"Situación de la población afrocolombiana: Elementos de diagnóstico y
ruta de trabajo para la focalización de políticas públicas". Programa
Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
Leonardo REALES JIMENEZ. (2005) "Informe del Movimiento Nacional Afrocolombiano CIMARRON sobre la situación de derechos humanos de la población afrocolombiana (1994-2004)".
Mil gracias.
ResponderEliminarEsto no lo sabia.
Tenemos que hacer algo al respecto.
como reparar? cuales medidas tomar? como participarlos viudas y huérfanos.
Movilizarnos, compadre; ¡ese es el camino!
EliminarDejar este silencio pasmoso en el que andamos.