domingo, 7 de julio de 2013

Las ciudades también van al Congreso



Con pasmosa notoriedad se comprueba cotidianamente que la imagen mediática e institucionalizada de las y los afrodescendientes en Colombia suele representarse con la ruralización y las formas ribereñas, isleñas y litorales que asumen los trazos identitarios de quienes provienen de dichas regiones en el Pacífico y el Caribe. Tal imagen contrasta con una evidencia palmaria que nos informa que, hoy, 7 de cada 10 personas afrodescendientes han nacido, se encuentran residenciados o han reconfigurado su existencia en las ciudades.

Frente a tal dato, advertimos igualmente que aquellos municipios con mayor población afrodescendiente como Cartagena, Buenaventura, Tumaco, Turbo y Quibdó son centros poblados altamente densificados al igual que Cali, Medellín y Bogotá; es decir, ciudades, lo que de suyo debería significar una consistente advertencia sobre el carácter urbano que informa con igual potencia la construcción identitaria afrodescendiente en el país.

Este asunto cobra mayor vigor en vísperas de la realización del Congreso Nacional Afrocolombiano a realizarse en Quibdó a finales del mes de agosto, congregando a Consejos Comunitarios de territorios titulados, no titulados y ancestrales; así como a organizaciones, redes y articulaciones  del movimiento étnico afrodescendiente en el país. Esta será una oportunidad histórica, única y propicia para nutrir de contenido político al proceso étnico, si logra retar y contener la voracidad burocrática de viejos liderazgos, declararse autónomo frente a la arremetida gubernamental y fortalecer los lazos de hermandad entre las diferentes expresiones y tendencias gestadas en el proceso de articulación del pueblo afrodescendiente en Colombia.


El Congreso Nacional Afrocolombiano, recogiendo distintas voces responsables de difundirlo, ha sido convocado como un escenario autónomo, de convocatoria amplia, participación incluyente y pretensiones constituyentes, con el ánimo de imprimirle dinamismo al movimiento étnico, definir procesos de interlocución;  vigorizar la consulta previa y articular una agenda propia que establezca los objetivos, metas y prioridades a alcanzar en el reconocimiento e implementacion integral de los derechos para el pueblo afrodescendiente en Colombia.

De entrada, desde su instalación tendrá que enfrentar el dilema de cómo denominar a sus convocados, toda vez que resulta insostenible alimentar la confusión institucional que ha instalado la impronunciable e insostenible jerga de “negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros” con la que, so pretexto de particularizar, se termina por facturar la común identidad que nos vincula a todas y todos los que reconocemos a África como fuente de nuestra ancestralidad, fundamento de nuestra presencia histórica y cimiente de nuestras culturas reconfiguradas en América.

En igual sentido, habrá que romper discursivamente con una odiosa distinción alimentada por el gobierno nacional y por algunos liderazgos interesados en atizar fuegos, que insiste en dividir entre rurales y urbanos a los afrodescendientes; justificándose en el reconocimiento jurídico de la ‘Comunidad Negra’, denominada así en la Ley 70, cuya lectura restrictiva confunde a las comunidades asentadas en zonas rurales ribereñas con la expresión y configuración de la descendencia africana en cualquier zona del país, al punto que piezas legales afortunadamente sin vigencia hoy asignaban a exclusivamente a los Consejos Comunitarios la representación de la totalidad del pueblo afrocolombiano.

De modo singular, el Congreso deberá leer la significación de la vida urbana para la identidad cultural, la expresión societal y la orientación de políticas públicas; considerando, entre otras cosas, que hoy nacen más afrodescendientes en las ciudades que en los caseríos y centros poblados rurales y semiurbanos. A esto se suma el continuo flujo migratorio tras la grave tensión humanitaria que representan los procesos de desenraizamiento calculados perpetrados por actores armados, emporios económicos y fuerzas institucionales confabulados en contra de las comunidades que han logrado titulación de tierras, que están en ese proceso o que resisten semejante andanada en el propio territorio.

Frente a todos los otros temas que constituirán las mesas de trabajo antes, durante y después del Congreso,  se hace necesario encontrar una voz propia que armonice las diferencias, reconozca las particularidades de lo rural y lo urbano, respete y produzca confluencias en los distintos modos de vida de nuestras comunidades y contribuya a articular una plataforma política de convergencia sino unitaria, capaz de expresarse con osadía en las urnas, en procesos movilizatorios y en las distintas expresiones de la vida pública en el país.

Se lee en los comunicados que el Congreso va. Me declaro emocionado y activamente expectante por ello, porque creo que esta es la hora y el momento justo para producir un salto cualitativo en   las formas de relacionamiento como comunidad, con la institucionalidad y frente a la sociedad política colombiana que imprima un carácter propio al movimiento étnico afrodescendiente en el país, diseñe un rumbo para la consolidación de una agenda política étnica, defina una plataforma para la actuación en espacios decisionales, aúne las diferentes expresiones, tendencias y perspectivas que se expresan en nombre del movimiento y, finalmente, produzca una robusta batería de políticas que impacten consistente y definitivamente en la transformación  de las calamitosas condiciones materiales de vida de buena parte de la población afrodescendiente en el país.

Para fortalecer la participación urbana en el Congreso y para perfilar la agenda urbana del movimiento, la concertación de organizaciones, comunidades, liderazgos y personas afrodescendientes COMUNAFRO, Comité Unitario Afrodescendiente de Medellín, está convocando igualmente a un Encuentro afrourbano a realizarse en los primeros días del mes de agosto; a lo que se suman una serie de encuentros preparatorios locales y regionales concertados con la Mesa Nacional impulsora del Congreso, cuyo nombre oficial es, hasta ahora, "Pimer Congreso Nacional Autónomo del Pueblo Negro Afrocolombiano, Palenquero y Raizal"; tal como aparece en la página oficial (ver).

Habrá que vigorizar las voces locales y regionales para que, más allá de las susceptibilidades y protagonismos vacuos, en el país se escuche una consigna firme, capaz de evidenciar que en campos y ciudades, las y los afrodescendientes se preparan para reunirse con todo y con toda; por todos y para todos; tal como puede esperarse de un pueblo ducho en la experiencia de reinventarse a sí mismo.

4 comentarios:


  1. Hermano, me pregunto por los elementos o eventualidades cruciales para leer la afrourbanidad, en relación con la ruralidad y la posibilidad de encontrarse (movimiento). En el caso nuestro, desde tu perspectiva, ¿cuales serían los aspectos a escenificar en el contexto de la construcción de movimiento social afro, en este congreso en particular? ¿que es lo afrourbano? ¿cuales son las lineas centrales de esta discusión en el marco del congreso?

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    1. En la siguiente entrada de este blog plantearé algunas puntada en torno a lo que propones como interrogantes. Muy valioso sería que tu igualmente "tires línea" sobre el asunto.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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