El racismo nuestro de cada
día se alimenta de la vana ilusión de que en la externalidad de la piel y los
condicionantes sociales, así como en la interioridad del espíritu y la
inteligencia, el otro expresa inferioridad, insuficiencia y precariedad.
Incluso bajo prácticas endorracistas,
la construcción racializada continúa operando para quien responde por sus
comportamientos a partir de tal ideación que le impele a la justificación, la
obediencia y la aceptación de relaciones sostenidas bajo el estigma, la
minusvalía, el etiquetamiento y la distinción. Tal vez por ello en los Estados
Unidos, país acostumbrado a fundar y visitar museos de toda índole, no haya un
museo nacional de la esclavización; como evidencia a que ese proceso y sus
consecuencias históricas, sociales, políticas y económicas aun se escenifican
cotidianamente.
A las relaciones humanas,
marcadas por el peso de la discriminación y la racialización, se las vigila
meticulosamente, a efectos de que toda transgresión sea amplificada, en busca
de sanción, rechazo y naturalización; tal como observamos a diario en comentarios
a artículos de los periodicos y revistas en páginas digitales. Para esta nota,
tomo sólo algunos de entre los que he recopilado para un ejercicio de análisis
del discurso de próxima aparición.
En El Espectador, por
ejemplo, al presentar a los “12 colombianos del 2010”, destacados por ese
periódico y la Fundación Colores de Colombia, dos comentarios evidencian
significativamente lo dicho:
En este primer comentario,
el opinador sitúa la distinción racial en un contexto geográfico al identificar
a Colombia como país en el que negro tiene una fuerte connotación
discriminatoria asociada al trato de aquellos que, por fuera de su territorio,
serían reconocidos como nacionales. La afirmación según la cual “este país es
totalmente racista”, presenta un claro sesgo universalizante, que parece
matizarse con el significativo número de comentarios que la nota de prensa
recibió: De las 19 apostillas, 8 evidencian apoyo, satisfacción o aprobación a
dicho reconocimiento mientras 5 resultan contundentemente ofensivos (contando 6
reacciones a los mismos), tal como el que se destaca:
Mucho más reciente, en diferentes
periódicos se ha exaltado el crecimiento futbolístico y los notorios éxitos de
Jackson Martinez en Portugal; lo cual ha llevado a los periodistas de ese país
y de Colombia, no siempre mesurados, a calificarle de héroe o superhéroe. En su
página de Facebook, El Tiempo tituló “15 motivos
para decir: ¡Grande, Jackson!”. Entre los 19
comentarios que se hicieron del 28 al 30 de enero, aparecen aquellos que
recuerdan su paso por el DIM, celebran sus aportes al funcionamiento de la
selección nacional de fútbol, sus aportes al prestigio nacional, advierten
sobre el endiosamiento a los jugadores y, de manera sintomática, cuestionan sus
cualidades. Entre estos últimos, para los propósitos de esta breve indagación,
se destaca:
3
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10151185296637805&set=a.499499267804.277272.148349507804&type=1&theater
28 de enero de 2013
La lista de jugadores, la
risa al inicio del comentario y el tono dubitativo que reflejan los puntos
suspensivos dan cuenta del propósito despreciativo que alcanza el demostrativo “este”
en dicho comentario. Tal como afirma un comentario en otra nota del mismo periódico
en la que un periodista se pregunta si Jackson Martinez logrará borrar la
estela del inmenso Falcao, resulta claro que, para los comentaristas, las
panteras no rugen:
4
https://www.facebook.com/eltiempo?rf=110949385585420 2 de febrero de 2013
En la edición digital del periódico
El Universal, ante la invitación del lingüista y comunicador Carlos Díaz
Acevedo para que los turistas no viajen
con su racismo a Cartagena[1], ciudad
en la que se han escenificado sonados casos de discriminación y racismo contra
afrodescendientes, las opiniones más recalcitrantes apostaron a condenar la
actitud del comunicador acusándole de instigar “la susceptibilidad de los
negros”, estableciendo el uso habitual de esa categoría cuya significación se
extendería al trato cotidiano con la misma naturalidad con la que en la costa (Caribe)
se usan otros apelativos:
5
http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/no-viajes-con-tu-racismo
Lo curioso de este caso es
que quienes intervienen como comentaristas
de la nota de prensa parecen olvidarla, tal como pasa frecuentemente en
El Espectador, para centrarse en una discusión que, curiosamente, refleja con
precisión el propósito con el que el comunicador registra sus reflexiones. Una
de las personas que reacciona ante este comentario nos permite advertir cómo el
asunto de la naturalización consiste en objetivizar al sujeto racializado a
consecuencia de restarle señoría o enunciación propia para nombrarle como negro,
en este caso, bajo supuestos idiosincráticos caribeños:
6
http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/no-viajes-con-tu-racismo
El asunto del color asociado
al trato humano parece de tanta significación que en su columna de El
Espectador, el Doctor en Ciencia Política Mauricio García Villegas denominó “racismo
de clase” a las marcas culturales que, situadas en un el análisis de clases, permite
apreciar que “la clase alta tiende a ser más blanca y la clase baja tiende a
ser más oscura, pero la diferencia racial entre las dos dejó de ser siempre clara
y neta. (…) El lenguaje, el acento, los gustos, los nombres personales, el
vestido, etc., son rasgos culturales que abren o cierran puertas de manera tan
drástica como lo hace el dinero o la raza. Estas marcas culturales encadenan a
los pobres a sus círculos de pobreza y son casi tan indelebles e irreversibles
como el color de la piel.”[2].
De los
74 comentarios que recibió esta columna, sólo uno advierte la gravedad de la
tesis esgrimida al final de dicho artículo según la cual, siendo que en
Colombia persisten dos formas de racismo, por el que “el problema en Colombia
no es sólo que una gran mayoría (80%) compuesta por blancos y mestizos
discrimine a unas pequeñas minorías étnicas (25%); el problema es también que
una pequeña minoría (10%) de clase alta (tendencialmente blanca) discrimine a
una mayoría (55%) de gente pobre (tendencialmente de piel morena)”; habría que blindarse
contra ellos en la lucha por una sociedad más incluyente en la que,
paradójicamente, “si no hacemos nada por ello, cada día será más difícil evitar
que personas como el senador Martínez y la gente que lo acompaña se metan a la
brava en los círculos de poder”.
Lo
complicado de la ambigüedad en la que cae este politólogo es que, pretendiendo
afirmar que subsiste una férrea inmovilidad de las elites que le pone color a
los procesos de discriminación en el país, termina por recomendar (tal vez sin
mayor calculó en ello) que se cierren los cerrojos de las mismas para evitar que,
a las malas ya que no a las buenas, figuras “de piel morena” como Juan Carlos
Martinez Sierra entren a la disputa por el poder. Más allá de los delitos por
los que se acusa y se ha condenado al exsenador, debo hacer notar el carácter
tendencioso de tales afirmaciones, que llevan a comentar incluso que en
Colombia no hay racismo sino un problema de capacidad de consumo:
7. http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-304298-racismo-de-clase
Tal vez por ello el
movimiento Cimarrón expuso el hecho de que los periódicos del país deberían
hacer mucho más por educar a sus lectores y opinadores, haciendoles conscientes
del peso reproductivo de las ideaciones e imagoloquias que, insistentemente, aparecen en sus comentarios. Para Cimarrón,
debe enfrentarse el asunto del racismo y la discriminación racial en los medios
de comunicación, en la medida en que estos “suelen
promover (o permitir, agrego) una caracterización determinada de la raza
“negra”, ya sea como manifiesto de una discriminación estructural o como
estrategias intencionadas de exclusión racial”[3].
No
puede negarse que ante tal cantidad de improperios despreciativos y
descalificadores del otro racializado y esencializado, persistentes en los
comentarios de sus lectores, algunos periódicos han hecho pública su nota de
estilo para tratar de contener las expresiones ofensivas. Sin embargo, dadas
las frecuentes, cotidianas y manifiestas evidencias de que los mismos campean
sin control en las ediciones digitales de dichos medios, seguimos informando
que, infortunadamente, en Colombia al racismo se le pone color.
[1] http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/no-viajes-con-tu-racismo
5 de febrero de 2013
[2] García Villegas Mauricio. “Racismo de clase”. 7 de
octubre de 2011: http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-304298-racismo-de-clase
Este trabajo del hermano ARLEISON ARCOS RIVAS, Rector IE Federico Carrasquilla - Medellín, Docente Ciencias Políticas - UdeA, bien vale la pena ser ponderado y reconocido, por la seriedad , rigor y objetividad con que enfrenta el tema de la discriminacion racial hacia los afrodescendientes....no dejes pasar por alto....LEER MAS...ahi apararecen consignados algunos de sus hallasgos y contribuciones al tema en discusion...............
ResponderEliminarpa-lante hermano
Oscar Arnul
Apreciado hermano.
Eliminar¡Muchas gracias por tu generoso comentario, tu juiciosa lectura y la difusión de mis pequeños aportes a nuestro movimiento!
gracias ycordial saludo de los mestizos ,tambien discriminados como a los departamentos de anriño,cauca,guajira,choco las 4 esquinas de Colombia..!
ResponderEliminarOscar, tienes razón.
ResponderEliminarEn Colombia debemos enfrentarnos a muchas formas de discriminación, entre ellas las étnicas, pues el enemigo es uno sólo, finalmente.
Arleison
Grato leerte, querido amigo Arleisón. Con esa lucha incansable, conocida por mí hace algunos años, pones frenos a la osadía hispo-americana imperante en éstas tierras (cuánto bien les haría a nuestros queridos colombianos la lectura del bello texto escrito por Gilberto Freyle en 1932, Casa grande y Senzala). Considero que el epilogo del escrito enuncia el ejemplo paradigmático de la situación: "al racismo se le pone color". Oración que expresa la circunstancia específica frente al otro, y el imaginario que de este se continua reproduciendo.
ResponderEliminarApreciado,
Eliminar¡Qué rico volver a saber de ti!
Agradezco tu lectura y tu juicioso comentario.
Cuéntame más de ti por el correo.