Un diputado con olorosas influencias

Rodrigo Mesa Cadavid no sólo ofendió al país afrodescendiente, al Chocó, a su partido y a la política del discurso incluyente y de las buenas formas al hacerse notorio tras afirmar que “la plata que uno le meta al Chocó eso es como meterle perfume a un bollo”; sino que además fracturó la legalidad de la información sobre su pasado académico. Sin embargo, la Procuraduría acaba de ofender a la nación entera al disimular la gravedad de las faltas cometidas por Mesa Cadavid, asunto que, definitivamente se ve mal y huele feo, pues evidencia que ciertos políticos se han hecho especialistas en tener buenos amigos, capaces de operar a su favor y con exquisito refinamiento, entre las líneas de lo reglamentado y sancionado.

Ahora, luego de que la Procuraduría General de la Nación calificó de gravísima la actuación dolosa del diputado antioqueño al revisar  su fraudulenta hoja de vida, por lo que le destituyó e inhabilitó por trece años en su primer fallo; al decidir en segunda instancia el asunto, la Procuraduría Primera Delegada para la Vigilancia Administrativa no sólo termina por disculpar la falta sino que, ¡oh, amigos que hay que tener!, morigera la falta sancionándole con cinco meses de suspensión e inhabilidad especial. 

Este fallo definitivamente huele feo porque sorprende que mientras la Procuraduría ha sido rigurosa e inflexible en sus condenas en otros casos, resulte tan comprensiva y dadivosa al valorar la actuación de aliados y protegidos de senadores que, votantes de la reelección del Procurador Ordoñez como en el caso de Luís Fernando Duque, al parecer se granjearon la capacidad para incidir en las decisiones que afectan a sus amigos. 

Huele feo porque el fallo desimula el hecho de que el artículo 185 de la constitución no les da a Concejales y Diputados las prerrogativas que tienen los congresistas, inimputables en sus opiniones e inmunes en el ejercicio de su función; con lo que quedan prácticamente disculpadas con sermón opiniones, tan ofensivas como agresivas, dirigidas hacia un departamento y su gente que merecen respeto y salvaguarda de su dignidad; disculpando de paso la falta de prudencia en las opiniones públicas y el olvido de la mesura y del buen decir que deberían caracterizar las actuaciones de los políticos de oficio y, en general, de los funcionarios públicos. 

Huele feo porque no se entiende cómo puede aminorarse una sanción ante hechos gravísimos, luego de que su propio partido Liberal, los Gobernadores de Antioquia y Chocó, la población afrodescendiente de Medellín e incluso muchos antioqueños protestaran con vehemencia por las expresiones que la misma Procuraduría califica de "irrespetuosas, inapropiadas e injustificadas"; obviando así las solicitudes de disculpas y los encausamientos disciplinario y penal que recibieron el respaldo inicial de las autoridades de control y de buena parte del país político. 

Huele feo el fallo porque la Procuraduría termina por disimular la conducta gravísima y dolosa del diputado Mesa presentando casi como un descuido el asunto, pues “no aparecen medios de prueba que acrediten que sí se dio un acuerdo de voluntades entre el diputado, su asistente y el asesor jurídico que hubiera dado como fruto final la alteración del Formato Único de Hoja de Vida”, lo que, palabras más o menos, se traduce como que apareció una información fraudulenta que habla bien del pasado académico del Diputado, ¡sin que se pueda determinar quien ni porqué ni para qué la hizo pública! Ello contradice las buenas maneras y contraría el principio de congruencia en el proceso disciplinario pues en su declaración la Secretaria del Diputado afirma que habría modificado la primera hoja del documento luego de consultar tal acción con el Asesor Jurídico externo de la Asamblea Departamental. 

Tiene influyentes amigos el Diputado, eso se hace evidente, capaces de reformar en su favor los dictámenes de los organismos de control; amigos con los que, infortunadamente, no cuentan los agraviados.