“Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo”
Proverbios 27:6
El alma está herida; en una profundidad que espanta. Frente a nosotros, cada día el alma expone sus heridas sin que sus amigos logren contagiar su fidelidad. De hecho, son cada vez más quienes la hieren, quienes incluso firman cartas de adhesión en respaldo a la violencia simbólica que se expresa vestida de negro en cada puerta por la que, antes, se entraba para hacer universitas. Mientras tanto, como besos del enemigo, la indolencia carcome, lacera y se expresa en la pasividad e inacción con la que las directivas de la universidad, profesores, estudiantes, trabajadores y egresados dejamos que los eventos simplemente ocurran sin atrevernos a parar en serio los atropellos contra la Universidad; a protestar con ganas y enfrentar con osadía la triste hora que hiere al alma.
El alma no es un edificio; llora con los gases lacrimógenos y se espanta con el barullo de las papas bombas: “Alrededor de la una y treinta de la tarde encapuchados cruzaron la Facultad de Ingeniería con dirección a Barranquilla y empezaron a sonar las ‘papas bomba’. En cuestión de minutos había una gran concentración de personas en la plazoleta Barrientos, se veía el humo y se sentían los gases lacrimógenos”, afirma un comunicado del 12 de mayo en el portal de la Universidad; nuevamente la ambigüedad en el manejo de la información de la Universidad: Siendo ambos indeseables, ¿desde cuándo las papas bombas y los gases lacrimógenos producen los mismos efectos?
El alma se siente amenazada. Ni siquiera en el metro podrán sentirse seguros los universitarios, pues hasta allá extendieron el garrotazo, contando con que la cultura metro no produciría siquiera una nota de protesta, tal como ha ocurrido hasta hoy (Ver video). Como el profeta y el sacerdote, el alma vaga sin sentido sobre la faz de la tierra; sin piso fijo ni ideas ciertas. Es cierto que no hay fórmulas mágicas; pero si alguna alternativa resulta posible, no provendrá del celo mañoso y antipático con el que el gobernador de Antioquia alimenta, con altos costos, a la jauría que mantiene en las puertas de la Universidad, lista para atacar a cualquiera; como si los problemas de la universidad se resolvieran descargando la rabia lascivamente en gases lacrimógenos y bolillazos a la siniestra, para lo que son muy diestros.
El alma no cree que haya que cerrar la universidad. Por el contrario, cree que la universidad debe permanecer abierta y pública de maneras mucho más creativas; para empezar, retirando al ESMAD de las porterías, promoviendo espacios en los que la universitas resulte posible, concitando el interés de todos los que pagamos impuestos y aportamos a la realización de su misión pública. La presencia del ESMAD en las puertas de la Universidad es peligrosa; incita a la violencia y acostumbra a pensar no en el orden y la seguridad, pues ese cuerpo no está diseñado para eso; sino en la agitación, en el jaleo, en la pelea.
Para el alma, la presencia del ESMAD no es disuasiva. A quienes alegan que al interior de la Universidad hay gente que daña y agrede, que rompe e incendia, que intimida y amenaza, el alma les exige que los identifique y los procese judicialmente. Pero para eso tampoco está diseñado el ESMAD, cuya presencia invasiva genera un ambiente de alerta innecesario; promueve el malestar, incrementa la incomodidad con la acción policial. Las cinco incursiones violentas del ESMAD en la Universidad sólo han dejado la sensación de que el poder corrompe: Agresiones físicas, hostigamiento, acoso, balas de goma y granadas de aturdimiento no parecen ser sinónimos de seguridad. Si bien a la Policía le pagamos para que haga su tarea, no parece que esta consista en presionar la animalidad de lado y lado sino, como bien menciona el profesor Francisco Cortés en un reciente escrito, en fomentar la educación política contra la decadencia de la Universidad.
Sin embargo, contra las prácticas decadentes no parece suficiente la apelación a la razón ni que esta pueda manifestarse creativamente; al menos no esa para la que la instrumentación de dispositivos de fuerza y sistema carcelarios resultan eficaces por sí solos. Habrá que acudir entonces a consideraciones novedosas sobre lo público, a la vinculación de más públicos en el debate por la propiedad de la Universidad, de su quehacer y su saber; de manera que el alma de la Universidad tome sentido.
El alma no es el ESMAD.
El alma, errante y lastimera nos llama; nos reclama…
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