domingo, 2 de febrero de 2020

Saber y ancestralidad

Aunque en principio el título de esta nota pueda dejar la sensación de que saber es un asunto contrario a ancestralidad, pretendo afirmar todo lo contrario y dejar claro que existen múltiples formas de conocimiento desarrollados por la humanidad, antes, durante y seguramente luego de resituar aquello que llamamos ciencia.

De muchas maneras, la humanidad ha encontrado alternativas para interpretar, comprender y explicar los asuntos que a diferentes grupos humanos, en todas las épocas y por diferentes vías han preocupado e inquietado, al punto que sobre ellos se han legado saberes y prácticas que hoy todavía nos acompañan, transmitidos de todas las maneras que hemos podido concebir, incluida la divulgación científica; tal vez la más reciente de ellas. 

Entre mitos, poesías, cantos, máximas, cánones hemos concebido más de catorce formas distintas de saber sobre nosotros mismos, sobre la naturaleza y sobre los asuntos trascendentales más inquietantes, como la muerte; sobre los que la ciencia no extiende su capacidad analítica dadas las muy particularidades limitaciones metódicas que la determinan.

Para los seres humanos, conocer es una actividad sensible, experienciable, reflexiva y comunicable que, bajo diferentes clasificaciones, recoge y difunde información que consideran útil y necesaria para vivir mejor. Muy tardíamente, al método que procede con datos recopilados en ejercicios de observación y experimentación bajo acuerdos metodológicos que limitan la especulación, se le suele llamar científico; lo cual en sí mismo establece las posibilidades de dicha forma de conocimiento y la razón por la que las otras alternativas para conocer siguen estando tan vigentes como ayer.

¿Acaso la indagación científica no parte de una intuición? ¿Puede afirmar un científico que su punto de partida no fue un acto especulativo? ¿No es acaso el contacto frecuente con un fenómeno el que alimenta una creencia en quien luego formula una hipótesis? ¿Esas conclusiones que se escapan a lo investigado pero que no se pueden evitar porque están ahí no acercan la ciencia a la indagación vicaria o metafísica? ¿Acaso hoy científicos de alto vuelo no proponen teorías transformacionales que solo funcionan de modo lógico y sin que se las pueda someter a experimentación?

Si todo ello puede decirse del científico que, por fortuna, es una inagotable fuente de saber disponible para quien se haga a las reglas del método en cualquiera de las formas como hoy se lo cultiva ¿qué sentido tiene cuestionar el peso de los saberes tradicionales y ancestrales aplicados a asuntos en los que el método científico hoy no logra avanzar porque no puede o porque los inmensos negocios de las farmacéuticas transnacionales impiden a la humanidad sintetizar con mayor precisión lo que por las vías de la oralidad y la práctica curativa ha funcionado por siglos y milenios?

Por favor, no hagamos que la defensa de la ciencia se vuelva insensata, tal como fue insensato en su momento perseguir a los científicos a sangre y fuego.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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