jueves, 8 de febrero de 2018

¿Un gentío sin proyecto compartido? *

La apropiación ilegítima de la dos curules asignadas para el pueblo afro representó en Colombia durante la pasada legislatura, todo un fiasco en el proceso democrático. Sumado a esto las próximas elecciones de congresistas ya cuentan con 119 aspirantes registrados en 41 listas.

La exagerada cifra de candidatos al congreso, bien podría significar crecimiento y maduración del electorado étnico en el país, sin embargo refleja el agrio sinsabor del desencuentro político electoral. Así mismo, se percibe que en muchos de estos proyectos hay más ganas de figurar que interés por avanzar en la consolidación de un verdadero liderazgo político.



Si bien es cierto que el nutrido número de aspirantes no expresa enemistades irreconciliables ni peleas caudillistas por las curules afrodescendientes, tampoco significa que se haya producido un decantamiento en los procesos organizativos, al margen de las dinámicas politiqueras tradicionales.

Resultan inquietantes en el contexto político actual, las acusaciones, sindicaciones y señalamientos que pudieran significar futuras intervenciones de las autoridades electorales. Para evitar injustos señalamientos de sectarismo, dado que he hecho público mi apoyo a una candidata, evito dar nombres en esta ocasión.

Al contrario de la denominada “operación avispa” alimentada con las listas abiertas que presentan los partidos con maquinaria electoral, las aspiraciones a las dos curules afrodescendientes deberían consolidar un ideario de unidad y coordinación en torno a un mismo objetivo político.

Las Organizaciones y Consejos Comunitarios que aportaron sus avales evidencian gran diversidad de iniciativas, propósitos, propuestas, demandas y reclamos que no constituyen un ideario compartido. Los acuerdos nacidos de la implementación de procesos de consulta, no logran concretarse en un ejercicio de pluralidad de opciones articuladas.

La denominada “Circunscripción Especial para Comunidades Negras”, consagrada legalmente mediante el artículo 66 de la ley 70 de 1993 y la ley 649 de 2001, busca que las diferentes expresiones del pueblo afrodescendiente en Colombia cuenten con voceros representativos en el escenario natural para la deliberación pública y la toma de decisiones políticas.

El panorama político actual requiere un proyecto de amplio espectro que mejore de modo contundente los precarios indicadores de bienestar tanto en los territorios ancestrales como en los poblados y espacialidades urbanas. Estos imaginarios permiten forjar la existencia de individuos, colectivos y comunidades que se identifican como parte de nuestro pueblo.

A diferencia de las curules regionales y nacionales en senado, la participación política en circunscripción especial no se hace en reclamo del interés particular; sino que su aval debe expresar pertenencia étnica y compromiso para dejar atrás la ausencia de representatividad, ostracismo, ocultamiento e invisibilización del pueblo afrodescendiente.2

Las candidatas o candidatos que representan grupos étnicos deberían actuar como emisarios y apalabrados del pueblo afrodescediente en Colombia. No interlocutores, sino partes, incluso instrumentos que materialicen e incorporen la perspectiva de su pueblo en las disputas y ejecutorias legislativas.

Los compromisos de los candidatos actuales, son necesarios y definitivos para eliminar las barreras, brechas y fronteras3 que han impedido superar la marginalidad, la pobreza, la desprotección, la desigualdad y el padecimiento de necesidades básicas y enfermedades que ya deberían haber desaparecido.
El análisis de las candidaturas presentadas debe realizarse de modo que empiece a verse robusta la participación política de un electorado étnico hoy disperso y antojadizo que, pese a su tamaño poblacional, no se expresa todavía en iniciativas que preocupen a las tradicionales vertientes del poder político y económico enclavado en nuestros territorios.

Se requiere un espacio autónomo para materializar las diferentes expresiones del pueblo afrodescendiente en Colombia. De esta manera se fortalecerán los procesos de consulta previa en el ámbito de la representación política y será posible superar los personalismos, acumulando un mayor número de curules a nivel nacional.

Pese a lo complejo que pueda resultar la captura de los escenarios decisionales; debemos entender lo que significa la construcción del poder para un pueblo afectado por la invisibilidad institucional y el desgano gubernamental para encarar los problemas viejos y nuevos que se acumulan sin soluciones de fondo.

De acuerdo con lo expuesto, se puede concluir que los aspirantes a estas dos curules y a otras que puedan conquistarse en Cámara y Senado; así como quienes aspiran a otras dignidades y designaciones, precisan considerar estos espacios de representación política como escenarios de lucha y activación identitaria. De esta manera, el personalismo, la debilidad organizativa y la miopía histórica que han afectado a la población afro, podrán ser superadas.

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*. Publicado en la revista Vive Afro. http://www.revistaviveafro.com/index.php/menu/ediciones/un-gentio-sin-proyecto-compartido
2.  Claudia Liliana Quijano. La Circunscripción Especial Afrodescendiente: ¿Un modelo que debe ser repensado? Tesis de Maestría en Derecho. Universidad Nacional, 2017 http://www.bdigital.unal.edu.co/57760/3/65810009.2017.pdf

Un interesante ejercicio analítico del que lamento la insistencia y no cuestionamiento de la expresión “minoría étnica”.
3 En un documento indicador de política pública, el Compes 3660 de mayo 10 de 2010; se describen las barreras “que obstaculizan la igualdad de oportunidades, y el aprovechamiento de capacidades y potencialidades para disfrutar de los beneficios del desarrollo humano sostenible” (p. 8); “que impiden el avance de dicha población, en particular de las mujeres y de los niños, en el campo económico y social.” (p. 26); “10 barreras invisibles que se considera limitan el avance en el desarrollo de dicha población y para las cuales se presentan recomendaciones a cada una de ellas y se sugiere que sean presentadas ante el Consejo de Ministros” (p. 27). Tales barreras serían: (1.) Racismo y discriminación racial, (2.) Baja participación y representación de la población afrodescendiente en espacios políticos e institucionales de decisión, (3.) Mayores dificultades para el acceso, permanencia, y calidad en el ciclo educativo, que limita el acceso a empleos de calidad, el emprendimiento, dificultando la superación de la pobreza. (4.) Escaso reconocimiento y valoración a la diversidad étnica y cultural como uno de los factores que definen la identidad nacional (5.) Desigualdad en el acceso al mercado laboral y vinculación a trabajos de baja calidad (empleos no calificados, bajos salarios y escasa vinculación a la seguridad social) (6.) Baja disponibilidad de información sobre población afro, que limita la cuantificación y focalización de beneficiarios, así como, la definición de política pública ajustada a las particularidades étnicas y territoriales (7.) Débil capacidad institucional de los procesos organizativos de la población afrocolombiana. (8.) Deficiencias en materia de seguridad jurídica de los derechos de propiedad de los territorios colectivos (9.) Acceso limitado a programas de subsidio (10.) Políticas públicas que no recogen las iniciativas y propuestas que surgen de la población Afrocolombiana.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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