sábado, 12 de marzo de 2016

Una graciosa dádiva que alimenta el ayuno de poder


En la agenda presidencial del Presidente Santos la diferencia étnica no pesa ni importa. Una y otra vez, manifiestas ausencias étnicas en acciones gubernamentales estratégicas y la renuencia a provocar ascensos de importancia y nombramientos ministeriales que contradigan esta afirmación, queda claro que el gobierno colombiano no sólo es miope sino intencionalmente antojadizo e intolerante a la hora de obviar la presencia de representantes afrodescendientes o indígenas en cargos de poder.

Tal vez por el presumible condicionamiento de aportes provenientes del gobierno estadounidense, en especial por la capacidad de bloqueo que ha ganado la bancada afrodescendiente en el Congreso de los Estados Unidos, Santos acaba de nombrar como viceministra de Cultura a Zulia Mena, nombramiento que se suma al de Carmen Inés Vásquez en el Viceministerio del Interior.


Dos nombramientos gubernamentales de discreto nivel en un país en el que todavía tales investiduras constituyen anécdotas que no promueven poderazgo ni fortalecen una decidida política estatal de reconocimiento de la diversidad étnica, son leídas como dádivas, casi como trofeos de contentillo que sirven para evidenciar la precariedad con la que las y los afrodescendientes se encuentran en las instancias de poder y capacidad decisional en el país.

Tal como se hacía en plena colonia, el gobierno del Presidente Santos, al igual que el de Uribe, ha optado por revivir la práctica de seleccionar un par de “negros de compañía”, como se llamaba a aquellos esclavizados que, bien vestidos y acicalados, ostentaban en su caricaturesca imagen de gallardía el prestigio y la riqueza de la que gozaba y quería hacer ostentación pública quien les esclavizaba. Siendo que el estado Colombiano ha suscrito diferentes pactos y convenios contra toda forma de discriminación que, en el ámbito de las distribuciones del poder implican enfrentar la nula o baja representación en espacios decisionales, estos nombramientos de postín y exhibición no pueden parecer siquiera tolerables, mucho más cuando los nombramientos en altos cargos de personas euromestizas provenientes de sectores LGTBI se cuentan en número crecido, incluidos aquellos que han sido objeto de notorios escándalos recientes.

Es innegable, acudiendo a evidencias al dedillo, que estos nombramientos discrecionales y de perfil subrogado constituyen fanfarronerías con las que el gobierno nacional pretende jactarse de aplicar criterios igualitarios en el reparto del poder. La pedantería de los mismos resulta tan obvia ahora como cuando, producto de igual crítica al carácter monocromático de su gabinete, pretendió hacer pasar a sus ministros Amilkar Acosta y Alfonso Gómez Méndez como su cuota afrodescendiente; justo en momentos en los que se disputaba en los estrados judiciales la engañifa clientelistas y marrullera de las dos curules afrodescendientes contempladas en la cámara de representantes y ahora en mano de dos infaustos impostores cuya posesión – afortunadamente – no pudo concretarse.


También es cierto que el movimiento étnico afrodescendiente no puede seguir de espaldas a las dinámicas de poder en el país, ausente de una vigorosa construcción de agenda propia. Estirando la mano para recibir migajas en los salones presidenciales o pasillos ministeriales y sin atreverse a convertir su mano en puño, nombramientos advenedizos y exóticos como estos seguirán repitiéndose con patética inclemencia. Llegada la hora de sumar las lecciones aprendidas tras las victorias alcanzadas, resulta claro que nada nos han regalado y no podremos aspirar a mejores sitiales en el reparto igualitario de las posiciones de mando sino haciéndonos fuertes y vigorosos en la disputa por el poder y provocando el advenimiento y elevamiento sostenido de una burguesía étnica que contribuya al sustento económico de tales postulaciones. 

Seguir prestándose para la foto o vendiéndose por un plato de lentejas, mientras las mieles del poder nos son ajenas, constituye una patética renuncia al ímpetu de quienes, frente a la desgracia impuesta por su condición esclavizada, reivindicaron siempre su valía en la heredad de la estirpe libertaria africana en tierra americana. 

3 comentarios:

  1. Bien Arleison, buena crítica a las designaciones tapahuecos para demostrar la equidad étnica en la administración de los espacios de gobierno en Colombia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yulis. Muchas gracias por tu lectura y comentario. Sigamos insistiendo en encontrar nuestro lugar histórico como pueblo de descendencia africana en América.

      Eliminar
  2. Buenas noches, qué comentarios más acertados! Como siempre nos tienes acostumbrados, yo pienso que debemos continuar jalonando nuestra fuerza colectiva para llegar al poder; no es justo que sigamos poniendo la rodilla para que otros suban y delegando en otros lo que podemos hacer nosotros. dejo esta frase para seguir en la reflexión "Levántate una y otra vez, hasta que los corderos se conviertan en leones"

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario.

Licencia Creative Commons
CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en arleisonarcos@gmail.com.