domingo, 16 de marzo de 2014

Existe una única Autoridad Nacional Afrocolombiana


La Corte Constitucional y el Ministerio del Interior tienen en sus manos la inmensa posibilidad de contribuir al afianzamiento del pueblo étnico Afrodescendiente en Colombia, al ser requeridos por vía de tutela para que se pronuncien sobre la legitimidad del Congreso Nacional Afrocolombiano y de la Autoridad Nacional Afrocolombiana que, nacida en dicho escenario, constituye el espacio autónomo con el que este pueblo ha expresado su interés por coordinarse, articular sus acciones organizativas y movilizatorias y definir los procedimientos de consulta previa, interlocución y toma de decisiones en torno a su existencia, presencia resistencia y perdurabilidad. Dicha autoridad, convocada inicialmente en Medellín, adelanta su segunda sesión entre el 14 y el 17 de marzo en Zipaquirá.

En Quibdó, en el marco de la histórica convocatoria al Congreso Nacional Afrocolombiano, se enfrentaron ácida y públicamente las distintas fuerzas en pugna por la expresión y el liderazgo del pueblo afrodescendiente en Colombia; evidenciando masivamente el descontento y el malestar con quienes, con la venia gubernamental y so pretexto de enarbolar su representación, acapararon diferentes espacios decisionales en los que se hicieron al control de la agenda étnica afrodescendiente; a tal punto que lograron bloquear no sólo programas gubernamentales; sino el desarrollo y reglamentación de la ley 70 de 1993. 


Desde antes de tal autoconvocatoria, frente al enquistamiento de la representación y la capacidad de cooptación que por casi dos décadas desplegó el Estado colombiano en la Comisión Consultiva de Alto Nivel, han emergido voces oficiales que, desde el Presidente Santos hacia abajo, le endilgan falsamente al pueblo afrocolombiano (como igualmente a los indígenas) el hacer innecesariamente onerosa la protocolarización de la consulta previa, libre e informada. Con nombres propios, hay quienes en los pasillos palaciegos y, sorprende ahora, en eventos públicos ante los medios e incluso frente a los nuevos liderazgos afrocolombianos, señalan la venalidad que otrora alimentaron en algunas y algunos exconsultivos; los mismos a los que confiesan temer, pese a su cada vez mayor desprestigio, sin terminar de entender la hondura de lo sucedido en el Congreso de agosto del 2013: 

¡En Quibdó nació un nuevo país afrodescendiente y un nuevo liderazgo para su movimiento!

La convocatoria transitoria a la Autoridad Nacional Afrodescendiente para que desarrolle y ponga a punto el mandato del Congreso de Quibdó, no sólo constituye una novedad en la manera como ha decidido concertarse y organizarse el pueblo afrodescendiente en Colombia (con todas sus expresiones culturales, territoriales, organizativas, poblacionales, etarias y de género, incluidas las raizales y palenqueras); sino además sienta un precedente identitario y movilizatorio que reta la implementación de principios constitucionales y la formalización del enfoque étnico diferencial en la formulación de las políticas públicas de incidencia sobre el desarrollo y la sustentabilidad de este pueblo.

El dilema que hoy emerge en el tinglado institucional no puede consistir en legitimar por vía de tutela a los exconsultivos frente a la Autoridad Nacional Afroocolombiana (ANAFRO), desautorizando la manifestación significativa y plural de quienes se dieron cita en Quibdó en representación de todas las expresiones y formas organizativas para retomar el rumbo de su existencia, visibilidad y manifestación como pueblo étnico. De hecho, si así pudiera ser, habría que cuestionar internacionalmente la probidad de la autoridad constitucional colombiana en tanto que, por esa vía, desconocería el carácter autónomo con el cual no sólo se convocó sino que, además, tomó decisiones el pueblo que se congregó en –Quibdó; incluidos los que vencidos en dicho espacio, pretenden hoy romper el sello del mandato que deberían honrar y respetar.

De igual manera, debería ocurrir que los funcionarios de alto nivel que se duelen del costo de las consultas previas producto de la indebida injerencia en ellas de algunas y algunos exconsultivos, procedan a denunciarles ante el poder judicial, como corresponde; pues no puede obligarse al pueblo afrodescendiente a renunciar a su derecho a ser consultado de manera previa, libre e informada porque ello implique costos, dilate las decisiones institucionales o incluso implique el socavamiento de planes, programas y proyectos que les resultan lesivos.

Sería igualmente equivocado suponer que las acciones jurídicas y políticas que hoy pasan por la  acción de la Corte Constitucional y del Ministerio del Interior pueden extenderse hasta la legitimación y reglamentación de un espacio autónomo decidido por las diferentes expresiones del pueblo afrodescendiente en Colombia. Ello sería no sólo alevoso sino que constituiría una perversidad antijurídica en cuanto terminaría por “crear” un pueblo étnico expresado a la medida de la gubernamentalidad, en lugar de reconocer la existencia histórica real y material de dicho pueblo y su potestad para dotarse, en todo derecho, de sus propias instancias y mecanismos de regencia, gobierno y conducción de acuerdo a los tratados internacionales y al marco legislativo que le resulta propio y natural en Colombia.

Dicho de otra manera, por cualquier vía que se la controvierta y se pretenda litigar en su contra, resulta incuestionable la existencia de la Autoridad Nacional Afroocolombiana, como quiera que su origen no está en preceptos legales o prácticas reglamentarias propias de la operación del estado colombiano; sino en la potestad soberana, constituyente e irrestricta de un pueblo étnico para regirse de manera autónoma tal y como éste pueda y convenga hacerlo. La capacidad estatal y jurisdiccional de las cortes y de las entidades públicas, por lo tanto, no puede extenderse más allá del reconocimiento jurídico de dicho pueblo y de la interlocución respetuosa con quienes el mismo designa o entroniza como sus autoridades. Todo lo demás, sería una obsequiosa y servil añadidura a insostenibles canonjías momificadas con pretensiones de resucitar, justo ahora cuando se enteran que han sido irremediablemente sepultadas.


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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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