sábado, 15 de septiembre de 2012

Fragmentos de un pensamiento libertario afrodescendiente


En este trabajo se Insiste en la permanencia de la imaginación libertaria y la actuación resistente intencionada como fundamento del pensamiento libertario afrodescendiente, rastreando indicios y evidencias manifiestas en la configuración de sociabilidades, la invención de la tradición y la producción simbólica de la descendencia africana en América en una pieza documental denominada “nos los esclavos de Medellín”; rescatada por la historiadora María Eugenia Chávez y en un panfleto recuperado por la historiadora Marixa Lasso; cuya importancia resulta fundamental en la tarea politológica de analizar el discurso de los esclavizados, acudiendo a la noción de disponibilidad de recursos como dispositivo actuacional viable para retar al poder instituido.

Ponencia, leída en el I Congreso de Historia Intelectual de América Latina, el 13 de septiembre de 2012, en la mesa de intelectuales afrodescendientes.  


Es tiempo que nosotros, antiguos colonizados, nos deshagamos de los complejos que nos han sido inculcados por los antiguos colonizadores.
Leopold Sedar Senghor


1. Los materiales de la memoria

Las coordenadas históricas de la esclavización parecieran opacar la lectura libertaria articulada frente a  y contra la construcción avasallante gestada en el proceso de opresión colonial contra las y los africanos y sus descendientes. Como uno más de los efectos de este proceso; tal vez uno de los más protuberantes, resulta precaria la evidencia de piezas documentales que permitan acceder directamente al pensamiento político articulado por los líderes y colectivos beligerantes en pleno proceso de racialización y esclavización opresiva.

Tal ausencia documental, sirve de telón de fondo para algunos académicos que, tal como lo hace Aline Helg, piensan que en el país no se habrían gestado procesos revolucionarios que implicaran la súbita desaparición del régimen de esclavización o sostuvieran una lucha radicalizada por la libertad. Para Helg, “los hombres libres de color (…) no aprovecharon la apertura política producida por las guerras de independencia para imponer su dominio”[1].

Esta manera de pensar la presencia y movilización de recursos por parte de las y los descendientes de africanos puede ser reconfigurada, si se piensa en el carácter sistémico y estructural de la revuelta insurreccional protagonizada por quienes, bajo la condición de esclavizados, bloquearon y diezmaron el sistema de esclavización con abigarradas acciones subversivas producidas en procesos de cimarronaje, rochelas y apalencamientos sostenidos durante tres siglos a lo largo y ancho del continente. Ello gana realce en especial en Colombia en donde, junto a nuevos procesos de colonización urbana mediados por el impacto brutal del conflicto armado sobre comunidades afrodescendientes, se constatan las evidencias de procesos libertarios de viejo arraigo gestores de rochelas, palenques, cumbes y otras formas de hacerse a la libertad y a la reconfiguración del universo africano en territorios de enraizamiento y configuración de procesos asociativos diferenciados del molde eurocéntrico.

Frente a la postura de Helg, James Scott nos ayuda a entender que los dominados despliegan un conjunto de recursos que, si bien no pretenden enfrentar el sistema en procesos bélicos cuyo sostenimiento les habría resultado imposible, operan exitosamente una  “disidencia ideológica” que “se expresa casi siempre a través de prácticas dirigidas a renegociar discretamente las relaciones de poder”[2].

En ese proceso, las técnicas historiográficas de recuperación documental han venido a restituir el discurso de los dominados o subordinados; aportando nuevas herramientas para entender cómo el empleo de recursos institucionales resultó posible para las y los esclavizados, quienes acudieron a acciones legales y recurrieron a los estrados judiciales como un ejercicio de despliegue de estrategias que, movilizando recursos disponibles, les permitiera retar las condiciones de esclavización y negociar su presencia y el reconocimiento de derechos en el contexto limitado en el que ello resultó posible en pleno proceso de dominación esclavista.

De hecho, si bien no se registran procesos históricos que identifiquen estrategias bélicas como la reclamada por Helg, puede encontrarse suficiente evidencia que da cuenta de la manera como las y los esclavizados desplegaron acciones que produjeron permanente zozobra y un estado de agitación y temor generalizado entre quienes disfrutaron de los beneficios de su inclusión societal como eurodescendientes y responsables del sostenimiento del sistema colonial de expoltación esclavista. Tales acciones, sostenidas y recurrentes dan cuenta de cómo las y los esclavizados operaron insistentemente como agentes de su propia liberación[3] en un espacio y tiempo en el que la confluencia de poderes institucionales sostenía un modelo de dominación y oprobio en el que el cimarronaje, la resistencia rebelde y la desobediencia criminal fueron combinadas con incursiones jurídicas e institucionales que retaban el libreto del conformismo, la domesticación y la subordinación sistémica; con las que se camuflan y se oponen discursos ocultos[4] en medio de las potencialidades de incursión en los discursos oficiales.

Tal como lo reconoce el investigador afrocolombiano Santiago Arboleda Quiñonez[5], en el contexto de la esclavización se reproduce una suerte de imposibilidad de la intelectualidad instituida, como quiera que los saberes, artes, prácticas y discursos oficiales resultaron prohibitivos, limitados y ausentes de diferenciación para las y los africanos y sus descendientes; imprimiendo con ello el sello institucional de “una marcada violencia epistemológica, como política consuetudinaria del mestizaje y la blanquitud constitutiva del Estado y las teorías de las ciencias sociales y humanas en estas naciones”.

La expresión de la intelectualidad entonces, anclada en los moldes escriturales europeos, reclama su reconfiguración para abrir espacio a la expresión alternativa con la que las y los dominados, leída su oralidad en el trasvase escritural requerido por los procesos judiciales y las causas legales, se asumieron, rebatieron y se expresaron contra el proceso de dominación del que fueron sujetos de especial violencia y constricción. La expresión de esta intelectualidad doble[6], aparece en los relatos, escritos y notas conservadas en el proceso histórico cuya curaduría ha preservado y rescatado para nuestro tiempo, piezas documentales que permiten leer la capacidad de enunciación del propio pensamiento libertario tanto como la intensidad del conflicto bajo el sistema colonial de explotación, desoído por mucho tiempo en las voces y testimonios de quienes, por fuera de toda posibilidad de constituirse en elite, no escribieron la historia pero sí padecieron, reaccionaron y transformaron sus prácticas, utilizándola como un arma, paradójicamente operada con las manos y las palabras del enemigo y contradictor[7].
2. Escenificación en off o intelectualidad dual

Si nos acercamos, en el discurso de las elites antioqueñas de inicios del siglo XIX aparece consistentemente dibujado el peso que tenía en dicha sociedad el reclamo libertario enarbolado por las y los descendientes de africanos. Frente al pavor por la pardocracia, animado por Bolivar y otros sujetos públicos, la revolución de Haití opera como correlato referente con el que tales elites percibieron el clamor libertario local que crecía entre sus esclavizados; al punto en que el mismo se puede rastrear incluso en los argumentos esgrimidos para instalar un discurso republicano de la libertad, en palabras de Juan del Corral:

“traed por un momento a vuestra imaginación los horrores, los asesinatos, las crueldades practicadas en la isla de Haití, por haber querido los franceses ser ellos solos libres, sosteniendo por un formal decreto la esclavitud de los negros de sus colonias, y revocando las providencias benéficas y liberales que anteriormente habían sancionado”[8]

Como resulta apenas obvio, fuera de escena aparece en este libreto la voz de las y los esclavizados y su reclamo dinámico y heterodoxo por un espacio de negociación política en el que la libertad se constituye no en un bien intelectual a cuya abstracción puedan sentirse convocados; sino en una necesidad existencial cuya realización comprometía la totalidad de los recursos disponibles: económicos, para sostener costosas automanumisiones que involucraban cuantiosos recursos familiares; estratégicos, para sostener por cierto tiempo e incluso con éxito perdurable palenques y rochelas sometidas a la permanente incursión militar por agentes de la Corona; jurídicos, al encausar insistentemente a esclavistas que vulneraban flagrantemente las normas establecidas, cuestionaban la validez de sus liberaciones o incumplían pactos y acuerdos comerciales en contra de antiguos esclavizados.

Esta “escenificación en off”  nos deja ver que la expresión del poder en la sociedad no resulta homogéneo y monolítico, sino que frente a las hegemonías, aparecen lecturas y versiones alternativas que les resultan opuestas y se expresan a contracorriente de las instituidas, permitiéndonos entender que “la sociedad también puede ser leída como una continua tensión entre el poder, los grupos sociales y la norma, y las prácticas y discursos que las ponen en entredicho”, tal como menciona Sergio Paolo Solano[9]. En suma, el acercamiento a una intelectualidad doble, tal como busco en este trabajo, pretende abordar las expectativas libertarias en dos piezas documentales que dibujan los discursos emancipatorios manifiestos y operados por descendientes de africanos a inicios del siglo XIX; entendiendo tales circunstancias a partir de la teoría de la movilización de recursos, (ressource mobilization)[10] como una estrategia de incidencia institucional desplegada por las y los dominados para participar de la concepción, discusión, construcción social y defensa de la dignidad y la propia libertad, finalmente instalada en la república colombiana.


La construcción de la dignidad a partir de la escenificación del honor en los discursos judiciales, pone de presente la reelaboración de la propia condición de esclavizado, cuestionada y retada a partir de la apropiación de herramientas y recursos institucionales disponibles, que fueron operados eficientemente precisamente bajo tal condición, a tal punto que se hizo común en la sociedad euromestiza colonial la afirmación según la cual las y los esclavizados “se creían con derechos”.
A tal punto se siente el eco libertario en la voz de los esclavizados que el futuro de la causa independentista pende de resolver ese asunto, tal como lo advertimos en las palabras, nuevamente, de Juan del Corral

nuestro  enemigo  implacable  tiene  fincada  sus  esperanzas  en  la  conmoción  de  los  siervos  y  que  entre  estos  va  cundiendo  poco  a  poco  la  fiebre  revolucionaria

El significado de la libertad, constituyó el principal de los problemas que debió enfrentar la naciente república, en la medida en que desde 1810 la participación de africanos, esclavizados y libres en la causa libertaria se emparentaba específicamente con este designio, prometido e instrumentalizado por cada bando en contienda. Por ello, el peso político de tal reclamo libertario hacía tambalear la estabilidad de la naciente república no sólo por la exigencia de su juridicidad, propuesta y definida en el primer bloque de derechos políticos articulados constitucionalmente en Angostura y Cúcuta, entre 1819 y 1821; sino igualmente porque su realización demandaba la extensión de un conjunto de nuevos derechos civiles, que estaban aquilatándose en la época, para un público étnico del que las elites afirmaban la inconveniencia de reconocerles como ciudadanos y, cuando lo hicieron, fueron incorporados de manera restrictiva, negándoles representación “hasta que hayan adquirido las luces necesarias para hacerlo personalmente[11].

Años atrás, en 1812, una concepción alternativa de la libertad es defendida en su propia voz por parte de esclavizados que, de manera multitudinaria, se presentan como “diez mil y setecientos esclavos de esta Villa de Medellín y sus distritos y jurisdicción todos juntos nos postramos ante Vuestras Señorías con el motivo de darles a saber a su mercedes de cómo hace largo tiempo de que por noticias que hemos sabido y por palabras de nuestros propios amos que nos vino la libertad la cual ignorábamos”, tal como se lee en una pieza judicial recuperada por la investgadora María Eugenia Chávez[12].

Lo primero que sorprende es que tal reclamo judicial es presentado por 206 esclavizados que se dicen representantes de 10600 en la Villa de Medellín, para los cuales indagan por su libertad ante el Supremo Tribunal de Justicia; apelando a una concepción de la justicia que, aun bajo la condición de esclavizado, presiona a las instituciones para que se reconozcan derechos negados en las prácticas catalogadas como insufribles y oprobiosas:

En el relato, se lee “que hace dilatado tiempo que estamos padeciendo el insufrible yugo de la esclavitud unos con más trabajos, otros con muchos disgustos por sus amos mal contentadizos otros en ver salir sus hijos vendidos a tierras extrañas no siendo esto justo”.

Destaca igualmente el escrito el carácter abiertamente radical de tal reconocimiento al esgrimir un reclamo libertario que en piezas discursivas bloquea el sustento mismo de la esclavización: la sujeción opresiva, cuestionada por los querellantes utilizando como defensa el texto constitucional aprobado en 1812 en Antioquia: “ni menos el estar sujetos a nadie y siendo todos iguales como se declaró en el auto del nuevo gobierno que publicaron sus mercedes el primer martes de julio de este presente año”.

Resulta claro entonces que esta noticia judicial, que constituye para nosotros una pieza informativa en torno a las reivindicaciones libertarias impetradas por esclavizados en los estrados judiciales, se convierte en la evidencia de una acción de grupo movilizadora del recurso jurídico para presionar decisiones institucionales en procura de restituir la condición de libres, consistentemente argumentada. Tal como lo comenta la historiadora Chavez, los  esclavizados, acudiendo a la información de la que disponían “fueron capaces de organizarse para articular una reivindicación colectiva de lo que consideraban sus nuevos derechos constitucionales, es decir, la libertad. Pero ésta no la entendían como una dádiva de sus amos o de las instituciones de gobierno, sino como un derecho naturalmente adquirido no sujeto a negociación[13]

Las piezas documentales con las que se constata que en los estrados judiciales se escenificó una lucha por el reconocimiento igualitario y la recategorización de la libertad,  evidencian cómo, al menos a finales del siglo XVIII, se instaló un “espacio de enfrentamiento discursivo” en el que, frente a la voz de los señores, se levantó la de los esclavizados reclamando ser justamente oídos; demandando un trato judicial que equiparaba en dignidad a los descendientes de africanos frente a sus dominadores eurodescendientes, a quienes enfrentan acudiendo a recursos legales “con la noticia que tenemos de que sus mercedes dicen que el que pidiere al Supremo Gobierno será oído como sea cosa justa”.

Es tal construcción libertaria, soportada bajo la dignidad de entenderse naturalmente libres y prisioneros bajo el yugo de la esclavización, lo que se destaca y se manifiesta muy presente en el discurso accionado por las y los esclavizados. Con tal osadía se presenta este reclamo que se retan incluso supuestos religiosos con los que por largo tiempo se sostuvieron prácticas y discursos de mansedumbre y resignación. Los emisarios del auto judicial alegan que se nos ha dado a saber de cómo Dios nuestros señor nos hizo libres e independientes de tal esclavitud”, con lo que resulta clara su intención de denuncia de la condición de esclavización por la que han ganado la convicción de que su dignidad no consiste en creerse naturalmente cautivos “ni menos el estar sujetos a nadie y siendo todos iguales como se declaró en el auto del nuevo gobierno”.

Con este documento podemos indagar por la movilización de recursos argumentales y conceptuales disponibles como instrumento para barajar de nuevo e introducir el desorden en las relaciones instituidas en las postrimerías de la sociedad esclavista; si bien el efecto de los mismos no significó reciprocidad y reconocimiento inmediato de la condición de libres para los querellantes y sí la detención y azotes para quienes no podían ser oídos en medio de la algarabía de quienes se reclamaban libres frente a la Corona española pero negaban tal condición a quienes, incluso en los albores de la república, cuestionaban en su dignidad de seres humanos.

Pese a ello, la perseverancia de tal construcción libertaria puede rastrearse igualmente en una pieza documental trabajada por la historiadora Marixa Lasso[14], en la que un descendiente de africanos, libre y poseedor de algunos recursos económicos hace una temprana defensa de la libertad y la dignidad en una sociedad en la que tal privilegio resultaba negado y confinado exclusivamente a los descendientes de europeos.

La pieza documental es un panfleto y constituye una de las formas habituales con las que pulularon infinidad de catecismos republicanos, panegíricos libertarios e ideas revolucionarias en Europa como en América; lo que nos lleva a pensar que, bajo el recurso escritural disponible, africanos y afrodescendientes esclavizados, pardos y libres de todos los colores recurrieron a la práctica panfletaria y tal vez a otros instrumentos de la cultura escritural cuando su nivel educativo así se los permitió; tal como vemos en la Biografía de un Cimarrón, para el caso de Cuba; en el sinigual escrito Memorias de una Esclava, de Harriet Ann Jacobs y en el impresionante relato de vida de Olaudah Equiano; las tres piezas documentales de mayor importancia, escritas por esclavizados en diferentes periodos de tiempo.

En el panfleto recuperado por Marixa Lasso, encontramos que su autor, un comerciante  pardo y libre; comentando los sucesos de la Corte de Cadiz en la que los americanos descendientes de europeos se hallaron a sí mismos enfrentados frente al poderío y desconocimiento por parte de los nacidos en España y no en los territorios de ultramar, se duele de la condición de exclusión en la que entiende sometida a la gente de su condición; proclamándose, más allá de la piel, como naturalmente libre, igualmente ciudadano y, con justicia, portador de la dignidad de soldado de la nación; dignidades con las que debería encontrarse recubierto en el contexto republicano:

La causa de las causas que al mundo entero creó
a todos los hombres libertad les dio,
y de igual materia a Adán y Eva formó;
luego todo hombre por construcción
aunque el egoísmo gima sin razón
en todo y por todo es igual a otro sin contestación,
luego los pardos no deben ser excluidos de la votación,
porque toda ley establecida según religión
es para todos y debe hacer felices a cada nación.
Concédesela a la mía por justa razón,
la que otros gozan por Constitución.
Cuando en sociedad reunidos nuestra voluntad coartamos,
fue para hacernos felices como son los ciudadanos,
por eso nuestros derechos en nuestro Rey renunciamos,
y abandonando la patria en guerras nos sacrificamos;
pero que utilidades de nuestra sangre sacamos,
cuáles son las felicidades que gozamos
el carecer de toda ciencia, y educación,
y estar privados de todo empleo por Constitución
infelices compatriotas lloremos nuestra situación;
sin poder hallar alivio,
ni por la patria, ni por la Constitución.

En este panfleto, junto al dejo lastimero por la exclusión efectiva en la que la republica prometida sostiene la esclavización para los descendientes de africano y afianza prácticas discriminatorias incluso para aquellos que, producto del mestizaje y del blanqueamiento, aspiraban a alcanzar un mayor estatus en la sociedad naciente, se deja sentir igualmente la cuenta de cobro por los aportes realizados al proceso bélico libertario:  “nos sacrificamos, pero qué utilidades de nuestra sangre sacamos”; se pregunta el escritor, desconsolado al no poder hallar alivio “ni por la patria, ni por la Constitución” de la nueva república, que aplazaría hasta la mayoría de edad la manumisión de los hijos de África, proceso finalmente implementado en la cuarta década de instaurada la República.

3. Un pensamiento libertario autogestionario

Estos dos relatos, escenifican dos voces históricas que, bajo los impactos sociales de la condición esclavizada y la vinculación racializada exponen una ruta libertaria presente en el discurso de los descendientes de africanos en América. Si se considera que los reclamos libertarios descritos en estas dos piezas son contemporáneos con otros discursos articulados en otras latitudes, sumado al hecho de que, por la baja escolaridad y las restricciones movilizatorias de sus gestores, no pueden ser el producto de un calco mimético con las ideas libertarias esbozadas en Europa por Locke o Rousseau; lo que encontramos entonces es que en América, bajo el contexto de la esclavización, se esgrimieron argumentos sustantivos que contribuyen a recategorizar la libertad y el discurso de la dignidad; expuestos no como una dádiva generosamente recibida por parte de los esclavistas, sino como evidencias de la incorporación consciente de las y los descendientes de africanos a una práctica de libertad que, recogida en piezas documentales bajo tratamiento histórico, reproduce el accionar de estos en relación con las instituciones, su fraccionamiento y su redefinición.

¿Este reclamo libertario se produce al margen de la gestación de una sociedad autónoma en el contexto del naciente siglo XIX? Por fuera del molde autonómico férreamente defendido para sí por los criollos de español en América, las y los afrodescendientes se encontrarán bloqueados para participar y alcanzar representación política en las colonias; con lo que sus posibilidades de acceso institucional y ascenso social no pueden leerse como contenidas en el modelo societal articulado en el proceso colonial. Frente a este y contra el mismo, debieron operar entonces estrategias de contención, aminoramiento de sus impactos, prácticas libertarias y formas organizativas que retaran al régimen, bloquearan los impactos más dramáticos de la condición de oprimidos y estimularan la construcción de un imaginario identitario como descendientes de africanos; todo ello bajo el peso del sistema de dominación esclavista y el tratamiento racializado construido en la sociedad colonial, prolongado en la naciente república.

Tal como reconoce Chavez, “Fue la apropiación que los esclavizados hicieron de los discursos de la libertad revolucionaria, los que impulsaron a las élites letradas a considerar un método para conciliar un horizonte político en el que la libertad política no podía convivir con la esclavitud africana[15]; con lo que, tan pronto como tan tarde, de acuerdo a la fórmula legal finalmente instalada, sobrevendría el desescalamiento del régimen de esclavización y la declaratoria insustancial de libertad gestada en la república colombiana de mediados del siglo XIX.

Por lo mismo, la radicalidad del reclamo libertario nos lleva a entender la ferrea oposición que debieron enfrentar de su contraparte los esclavizados, automanumitidos y nacidos libres, dado el carácter abiertamente insurreccional de su requerimiento y la dimensión revolucionaria que implicaba el reclamo libertario, claramente expuesto en las piezas documentales referidas. Si la libertad reclamada no consistía en aligerar el peso de las cadenas sino en romperlas, mal podría el sistema interpretar tal reclamo sin sucumbir dramáticamente y eliminar de tajo sus invariantes. Por ello no puede pensarse que en el documento de los esclavizados de Medellín no se expresara el intento judicial de socavar el sistema de esclavización; o que en la pieza panfletaria expuesta no subsistiera, con las reservas de lo escrito, una alerta insurreccional de amplias proporciones. Muy por el contrario, los documentos constituyen una evidencia contundente del peso que tenían las expectativas de los descendientes de africanos respecto al final del régimen de esclavización; al punto que para 1819 tales reclamos parecen alcanzar una mayor audiencia, como podemos advertir en las palabras del constituyente José Felix de Restrepo:   

“Los  esclavos,  dicen  otros,  no  tienen  ilustración:  es  preciso  dársela  antes  de  liberarlos:  sin  ella  causarian  muchos  males  a  la  sociedad,  y  se  destruirian  entre  si.  Este  es  puntualmente  el  raciocinio  de  los  Españoles  quando  se  trata  de  la  Independencia.  Los  Americanos  no  tienen  artes:  entregados  á  sí  mismos  no  pueden  formar  Gobiernos,  se  devorarán  mutuamente  como  bestias  feroces,  y  es  propio  de  la  generosidad  de  la  Madre  Patria  impedir  estos  desordenes.  Justo  es  que  gocen  de  independencia,  pero  es  intempestiva  y  debe  reservarseá  tiempo  mas  oportuno.  ¿Y  quando  llegaría  el  tiempo  en  que  los  Españoles  ilustrasen  á  los  Americanos,  y  los  amos  a  sus  esclavos?  ¿Será  quando  yá  no  necesiten  manos  para  extraher  el  oro,  y  cultivar  la  Caña?”[16]

Contrariando a Rousseau, el documento de Medellín evidencia que, pese a vivir entre cadenas, los esclavizados no habían perdido el interés en romperlas. Por ello, el argumento de Aline Helg, según el cual los esclavizados no habrían tenido el interés de socavar el régimen de esclavización, debería someterse a salmuera considerando que sus recursos, ampliamente exhibidos y operados, no alcanzaban tal capacidad; lo cual no fue impedimento para que no lo intentaran como evidentemente ocurrió, evidente en las continuas alertas de curas, letrados, fiscales y autoridades locales en torno al creciente interés revolucionario que animaba las  continuas movilizaciones e intentonas de sublevación de esclavizados[17].

En conclusión, las piezas documentales consideradas aquí permiten reconocer inquietudes intelectuales de grueso calado que, si bien no se conservan ni, al parecer, se produjeron como escritos mayores o ensayos, sí reflejan el carácter ilustrado de tales inquietudes, nacidas más de la práctica de la libertad como reconocimiento de la propia valía que de la abstracción y contemplación filosófica concebida para el exclusivismo antropológico europeo. No puede pensarse que, a falta de tratados y obras mayores, tales inquietudes no hayan sido producidas y reproducidas, utilizando para ello los instrumentos de la memoria, las prácticas de comunicación y las herramientas discursivas posibles y disponibles; con las cuales se pudiera estimular su difusión y conocimiento, como quiera que el pensamiento libertario, enfrentado a una muy meticulosa violencia epistémica, debió encontrar formas alternativas para su transmisión y estrategias inusitadas con las cuales suscitar la agitación y movimiento insurgente, incluidas las vías formales o institucionales.


BIBLIOGRAFÍA

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Juan del Corral citado por Juan Manuel RESTREPO. Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo I, Bezanzon, imprenta de José Jacquin, 1858, p.246 Digitalizado por Google.
Sergio Paolo SOLANO. “Romero Jaramillo, Dolcey. Los afroatlanticenses. Esclavización, resistencia y abolición. Universidad Simón Bolívar, 2009” Historia Critica No. 45, Bogotá, septiembre-diciembre 2011,  208-211
Rodríguez Plata, Horacio. La antigua Provincia del Socorro y la Independencia. Publicaciones Editoriales, 1963, p. 49. Documento de origen: Acta de la constitución del Estado libre e independiente del Socorro. 15 de agosto de 1810.
María Eugenia CHÁVEZ. “"Nos, los esclavos de Medellín". La polisemia de la libertad y las voces subalternas en la primera república antioqueña”. Nómadas, 33, octubre, 2010, pp. 43-55. El documento original con el que trabaja la historiadora se encuentra en el Archivo Histórico de Rionegro, Esclavos, Vol. 193, ff. 1-3.
Marixa LASSO. Myths of Harmony. Race and Republicanism during the Age of Revolution. Colombia, 1735 - 1831. Universidad de Pittsburgh, 2007, pp.49-57
José  Félix  de RESTREPO.  Discurso  sobre  la  manumisión  de  esclavos.  Pronunciado  en  el  Soberano  Congreso  de  Colombia  reunido  en  la  Villa  del  Rosario  de  Cúcuta  en  el  año  de  1821. Imprenta  del  Estado,  por  Nicomedes  Lora,  1822, p. 17.  Digitalizado  por  la  Biblioteca  Nacional  de  Colombia.
Roberto TISNÉS  JIMÉNEZ.  Don  Juan  el  Corral,  Libertador  de  los  esclavos.  Biblioteca  Banco  Popular,  1980.  




[1]Aline HELG. «Raíces de la invisibilidad del afrocaribe en la imagen de la nación colombiana: independencia y sociedad, 1800-1821.» En Museo, memoria y nación, de Gonzalo Sánchez y María Emma (comp) Wills, 219 - 251. Museo Nacional de Colombia, 2000.
[2] James SCOTT. Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. Ediciones Era, 2000, p. 225
[3] Carlos AGUIRRE. Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud 1821-
1854, PUCP, 1993
[4] Véase, la obra de James SCOTT, ya citada, pp. 158 - 166
[5] Santiago ARBOLEDA QUIÑONEZ. Le han florecido nuevas estrellas al cielo: suficiencias íntimas y clandestinización del pensamiento afrocolombiano. Tesis de doctorado en Estudios Culturales Latinoamericanos, Universidad Andina Simón Bolívar, 2011, p. 100
[6] Me valgo aquí de la idea de ‘escritura doble’ con la que Antonio Vera lee el estilo escritural de Montejo – Barnet en la Biografía de un Cimarrón. Para Vera, “el fundamento de ésta es la enunciación doble que maneja el texto: la enunciación del narrador-informante, a cargo de quien corre el relato de experiencia — Montejo cuenta sus recuerdos; y la enunciación del narrador-investigador, que se ocupa de la investigación histórica y de la inserción del texto testimonial en un campo letrado. El narrador-investigador es quien edita el relato y configura el movimiento”, cuidándose de presentarnos “la preocupación por el esclavo real que ha sido sepultado bajo las múltiples representaciones administradas por los letrados criollos tanto del siglo XIX como del siglo XX”. Antonio VERA-LEON. “Montejo, Barnet, el cimarronaje y la escritura de la historia”. Inti, Revista de literatura hispánica.Volúmen 1, Nº 29, pp.3-16,  Disponible en: http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss29/2
[7] Abuso aquí del título de un clásico trabajo en el que su autor nos advierte que “Alejado de la realidad, trabajando exclusivamente sobre  el pasado (…) el historiador moderno es el gran triunfo intelectual de la burguesía que ha tenido en él su funcionario más fiel, barato y eficiente”. de Manuel MORENO FRAGINALS. La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones.  Crítica, 1999; p. 15
[8] Juan del Corral citado por Juan Manuel RESTREPO. Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo I, Bezanzon, imprenta de José Jacquin, 1858, p.246 Digitalizado por Google.
[9] Sergio Paolo SOLANO. “Romero Jaramillo, Dolcey. Los afroatlanticenses. Esclavización, resistencia y abolición. Universidad Simón Bolívar, 2009” Historia Critica No. 45, Bogotá, septiembre-diciembre 2011,  208-211
Reseñas.
[10] En Ciencia Política, la estrategia de movilización de recursos remite a la capacidad de los actores para organizarse y procurarse un espacio en el cual activar las oportunidades políticas que se les presentan para actuar y movilizar sus propios intereses y necesidades, gestionando colectivamente los recursos de los que disponen y a los que logran acceder. Una diversidad de autores identifica distintos matices en la misma, entre estos destaco los trabajos de Peter Eisinger, Charles Tilly,  Craig Jenkins, Doug McAdam, John McCarthy, Sidney Tarrow, entre otros. Aquí, se acude a la noción de movilización de recursos y oportunidades políticas para rastrear un comportamiento colectivo en un contexto histórico marcado por la evidencia de tal comportamiento en el enfrentamiento al sistema de explotación colonial esclavista.

[11] Rodríguez Plata, Horacio. La antigua Provincia del Socorro y la Independencia. Publicaciones Editoriales, 1963, p. 49. Documento de origen: Acta de la constitución del Estado libre e independiente del Socorro. 15 de agosto de 1810.
[12] María Eugenia CHÁVEZ. “"Nos, los esclavos de Medellín". La polisemia de la libertad y las voces subalternas en la primera república antioqueña”. Nómadas, 33, octubre, 2010, pp. 43-55. El documento original con el que trabaja la historiadora se encuentra en el Archivo Histórico de Rionegro, Esclavos, Vol. 193, ff. 1-3.
[13] Chávez, p. 45
[14] “reflexiones políticas y morales de un descendiente de África a su nación en que manifiesta sus amorosas quejas a los americanos sus hermanos”, recuperado por Marixa LASSO. Myths of Harmony. Race and Republicanism during the Age of Revolution. Colombia, 1735 - 1831. Universidad de Pittsburgh, 2007, pp.49-57
[15] Chavez. Op. Cit., p. 48
[16] José  Félix  de RESTREPO.  Discurso  sobre  la  manumisión  de  esclavos.  Pronunciado  en  el  Soberano  Congreso  de  Colombia  reunido  en  la  Villa  del  Rosario  de  Cúcuta  en  el  año  de  1821. Imprenta  del  Estado,  por  Nicomedes  Lora,  1822, p. 17.  Digitalizado  por  la  Biblioteca  Nacional  de  Colombia.
[17] Véase  Roberto TISNÉS  JIMÉNEZ.  Don  Juan  el  Corral,  Libertador  de  los  esclavos.  Biblioteca  Banco  Popular,  1980.  

2 comentarios:

  1. Excelente trabajo, quisiera saber quien es el autor para poder citarlo.

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    1. Hola.
      El autor de todos los trabajos que encuentra usted en esta página es Arleison Arcos Rivas.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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