lunes, 17 de octubre de 2011

Mapeando la afrodescendencia en Medellín




¡Por fin se realizó la presentación de la caracterización de las y los afrodescendintes en Medellín! Este hecho resulta fundamental, en la medida en que será esta la información poblacional que servirá de base al diseño y definición de políticas públicas diferenciales para el conjunto poblacional afrodescendiente nacido y allegado a Medellín. En la presente semana se hizo la primera socialización oficial de la caracterización de la denominada “comunidad negra, negra, afrodescendiente, palenquera y raizal en Medellín”; un esfuerzo estadístico finaciado por la Alcaldía de Medellín, con la interventoría de la Secretaría de Cultura Ciudadana y la realización de la Corporación Convivamos como el operador del convenio respectivo, Coordinado por el economista Mauricio Mitchell.

Este ejercicio de caracterización, iniciado en 2009 y desarrollado en su segunda etapa en 2010, recoge los estudios precedentes realizados en Medellín, cuestionados por líderes y organizaciones afrodescendientes de la ciudad. Pese a que un ejercicio de diagnóstico poblacional se había adelantado ya en 2006, dirigido por Libia Hernández Martinez y realizado por la Asociación para el Mejoramiento de los Afrocolombianos para la Alcaldía de Medellín; dicha información no permite adelantar ejercicios comparativos, en la medida en que se concentró en dos comunas de la ciudad: la ser comparadas o complementadas con los sistemas de información existentes.


La caracterización mencionada, responde a la meta de diagnósticar la población afrocolombiana en Medellín, contenida en el Plan de Desarrollo de la administración de Alonso Salazar; por lo que “se muestra como un diagnostico o línea de base sociodemográfico o poblacional para futuros acciones de intervención y evaluación de los mismos” (CON-VIVAMOS 2011, 538) Esta caracterización se propuso identificar 6000 hogares afrocolombianos en corregimientos y comunas de Medellín, a los que se aplicarían encuestas que permitieran la caracterización poblacional respectiva. De igual manera, pretendía identificar y fortalecer las organizaciones afrocolombianas en la ciudad y realziar talleres de pedagogía ciudadana en algunos asentamientos de la ciudad, propósito que abiertamente desborda las intencionalidades de una caracterización, pero responde a la manera típica de operar convenios y contratos con entes gubernamentales.

En materia de visibilización estadística en la ciudad y en el país, resulta todavía sintomático el alto número de datos recogidos con encuestas e indagación en bases informáticas que no dan suficiente cuenta de un enfoque étnico concertado y válido para el afinamiento de políticas públicas, en buena medida producto del descreimiento de las comunidades y líderes respecto de planes y programas de acción orientados desde administraciones poco sensibles a las dinámicas sociales y políticas de este grupo étnico. No contar con datos de mayor detalle genera dificultades para filtrar la información sobre la población afrocolombiana en la ciudad, especialmente en las proyecciones censales planeación municipal, la precaria difusión de la información recogida en la encuesta Sisben, la discrepancia procedimental y con los conteos del DANE y la dispersión de información poblacional en diferentes secretarías de despacho, se suman para complejizar el desconocimiento y la invisibilidad estadística en torno a las condiciones de vida de la población afrodescendiente en la ciudad.

Por ello resulta significativo que esta caracterización se haya propuesto identificar, cuantificar y conocer los rasgos socio-demográficos, su volumen poblacional, las condiciones socio-económicas, su ubicación geográfica, sus formas organizativas y las maneras de relacionamiento de la población afrocolombiana que habita las zonas de la ciudad de Medellín, toda vez que tales datos contribuyen a la construcción de indicadores y herramientas definitorias de política pública sensible a las particularidades de un conjunto poblacional que, mas que notorio, resulta constitutivo de la ciudad y sus imaginarios.

El estudio resulta innovador en la implementación de un sistema de encuestas representativas que, en palabras de Carlos Viáfara, el economista afrodescendiente más importante en Colombia, constituye toda una novedad que sirve d ejemplo al resto de ciudades. Dada su importancia, sorprende que en pleno proceso electoral no se haya difundido ampliamente la versión final del informe de caracterización y, más aun, que las comunidades, organizaciones y liderazgos no hayan tenido posibilidades de convertirla en un instrumento de negociación y pactación de alternativas y potencialidades con la futura administración de la ciudad.

Por lo pronto, quisiera enfatizar en aquellos aspectos que plantee como destacados y problemáticos en la presentación de tal caracterización, ocurrida dos semanas atrás.
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  1.Resulta preocupante que esta caracterización cifre en 236.000 los habitantes afrodescendientes de Medellín, equivalente a un 10% de la población de la ciudad; misma proporción que la estimada oficialmente del país. Esta cifra habrá que tomarla con cautela, considerando no sólo el hecho de que la caracterización no se planteó inicialmente tal conteo, sino además su sospechosa coincidencia con el dato oficial del DANE, ampliamente cuestionado entre académicos y organizaciones étnicas por su inexactitud y parcialización.

Cabe recordar que el diagnóstico poblacional de comunidades afrocolombianas en Medellín adelantado en 2006 estimó en apenas 133.082 habitantes de dicha denominación étnica en la ciudad. Dato abiertamente inferior a la expectativa habitacional étnica en los liderazgos y organizaciones de la ciudad. Ello pone de presente la urgencia por afinar los instrumentos de medición y análisis estadístico poblacional de manera compleja que, de un lado superen la improvisación en el registro y conteo de la población afrodescendiente en la ciudad; al tiempo que contribuya a interconectar las diferentes y divergentes fuentes estadísticas existentes disponibles.

La caracterización genera serias dudas respecto a la medición del número de afrodescendientes en la ciudad, pues si se comparan los dos datos, en cinco años la población afrodescendiente nacida y avenida en la ciudad apenas si habría crecido; como si el nacimiento, las dinámicas de la guerra, el profuso desplazamiento y la mayor presencia afrodescendiente en la ciudad no se percibieran estadísticamente. Un año atrás, al preguntarme por la cifra de afrodescendientes en la ciudad, opinaba que con una presencia tan numerosa en la ciudad, las preguntas por la participación de los y las afrodescendientes de Medellín o afropaisas y su incorporación, asimilación, resistencia y lucha en este espacio urbano resulta problemática, reclamando condiciones ciertas para la realización no sólo de los derechos humanos, sino especialmente del derecho a la ciudad; siendo que,  al igual que en el resto del país, para la mayoría de los y las afropaisas las estadísticas acompañan una historia de pobreza, marginación, ocupación de terrenos catalogados como de alto riesgo (otros prefieren llamarlos de alta inversión), múltiple desplazamiento intraurbano, precariedad en la prestación de servicios públicos, insuficiencia en la cobertura educativa y en salud y ampliación del desempleo y la informalidad.

2.    Residenciarse en la ciudad puede conllevar la restitución de vínculos familiares extensos. En la práctica, entre nacidos, avenidos y allegados a la ciudad, la población fluctuante y la residente en Medellín implica un número tal que se constituye en fuerza vital de la ciudad, por su presencia, laboriosidad, iniciativas y perdurabilidad en el tiempo. Pese a lo conservador que pueda resultar este guarismo, resulta significativo que en términos de definición de política pública la población afrodescendiente de la ciudad ya no pueda pasar desapercibida; mucho más cuando sus indicadores de calidad de vida y desarrollo humano tienden a ser, sistemáticamente, calamitosos. Ello deberá acompañarse de un ejercicio actuacional mucho más protagónico por parte de liderazgos y organizaciones, ganando una capacidad de interlocución realmente definitoria de las políticas requeridas para su avance y mejoramiento; lo que hoy no ocurre como queda visto tras el frustrado esfuerzo por adelantar un panel con las y los candidatos a la Alcaldía por parte de la CNOA. Habría que advertir, además la insuficiencia con la que aparece (cuando aparece) mención alguna a planes y programas para las y los afrodescendientes en los programas de gobierno de los actuales candidatos. Lamentable es una  palabra amable para tal mención casi inexistente.


3.    Aunque la administración y los entes que han convenido la realización de este tipo de diagnósticos han supuesto que “la forma más acertada de obtener la información relacionada con la comunidad Afrodescendiente es usar el criterio de autoreconocimiento de todas las personas, ya que es el único que parte del reconocimiento del otro, permitiendo que cada uno decida su identidad, es decir, su pertenencia a un determinado colectivo social”  (ALCALDIA DE MEDELLÍN 2006, 19), resulta sintomático que tal criterio considerado exclusivamente distorsiona la representación real de una población étnica en un contexto determinado; consiuderando que “los sesgos de inclusión y exclusión pueden provenir del hecho de que pueden no identificarse con un pueblo aquellas personas que pertenecen pero no tienen conciencia de ello (por asimilación, discriminación, rechazo y otras razones) o bien pueden identificarse con el grupo aquellos que, sin pertenecer a él, se sienten social o políticamente cercanos”. (Schkolnik 2009, 70). No reconocerse como parte de un grupo étnico afecta hacia abajo los datos disponibles por condicionantes estructurales, históricos y sociales, cuya incidencia negativa limita y distorsiona el acercamiento a una cifra real que pueda convertirse en referente cierto para el afinamiento de políticas públicas diferenciales.



4.    Junto al mismo, habría que complejizar los instrumentos de medición para dar cuenta del peso de las procedencias y territorialidades, de la valoración cultural y, de modo sumario, “el grado en que comparten con otros miembros de su pueblo un origen común y un territorio ancestral y si además tienen en común o conservan la cosmovisión, la forma de vida, el idioma, la organización social y política, el acervo de conocimientos y similares costumbres y tradiciones” (Schkolnik 2009, 71)


Ello resulta válido si se mira la disparidad existente entre el número de personas que en territorios de mayor presencia étnica son representados en función de condiciones sociales y vitales precarizadas, frente al número de persona que en los mismos espacios y escenarios se autorreconoce como afrodescendiente, siendo el mismo sujeto partícipe del proceso de recolección de información.

Con ese referente, no queda claro por qué en esta caracterización se acude al criterio de autorreconocimiento mimetizando al mismo tiempo valoraciones territoriales que no quedan claramente diferenciadas. Así, se pregunta los participantes por su participación o reconocimiento como integrante de una cultura negra, moreno(a), mulato(a), raizal, chocoano(a),  urabaense, de la región pacífico, San Basilio, Medellín o afrocolombiano, sin cualificar y presentar de mejor manera cada segmento y su aporte censal constituido en criterio clasificatorio que a veces amplia y en otra restringe la posibilidad de vincularse simbólicamente a una de tales categorías identificatorias; además de que confunden o se igualan tradiciones raciales, rasgos identitarios y lugares de procedencia, que no son criterios estadísticamente comparables.  


5.    Finalmente, habría que insistir en que si bien la encuesta a 6.000 hogares resulta significativa, ello no da cuenta suficiente de las dinámicas de habitación y mestizaje en la ciudad, prácticas que complejizan la distribución poblacional en el territorio, exigiendo instrumentos que puedan cartografiar tal particularidad.


En este sentido, será determinante la inclusión de pregunta étnicas en el próximo censo nacional del 2015, esfuerzo que bien puede ser acompañado y apoyado en el ámbito local por organizaciones y por la próxima administración, a efectos de cualificar aun más los datos disponibles para la población afrodescendiente en la ciudad.

Pese a sus limitaciones, resulta importante contar con los datos de la caracterización disponible, incluso por el hecho de que al trabajar con datos cuantitativos y cualitativos ha debido afinarse el ejercicio interpretativo sobre ciertas categorías de análisis que aportan a la significación de la afrodescendencia en la ciudad y cuyo esclarecimiento habrá de vincularse al proceso de gestación del próximo plan de desarrollo para la ciudad; proceso en el que comunidades,  organizaciones y liderazgos deberán dejar de lado hábitos y prácticas manidas de señalamiento y autoflagelación para continuar aportando a la transformación de imaginarios públicos en los que la afrodescendiencia expresada en la ciudad tenga cabida.



Trabajos citados
ALCALDIA DE MEDELLÍN. Diagnóstico de la comunidad afrocolombiana. 2006.
CON-VIVAMOS, SECRETARÍA MUNICIPAL DE CULTURA CIUDADANA Y LA CORPORACIÓN. CONDICIONES DE LA POBLACIÓN NEGRA, AFROCOLOMBIANA, PALENQUERA Y RAIZAL EN MEDELLÍN:. 2011.
Schkolnik, Susana. «La inclusión del enfoque étnico en los censos de población de américa Latina.» Editado por CEPAL. NO T A S D E P O B L A C I Ó N, nº 89 (2009).

2 comentarios:

  1. Muy buen aporte y de hecho son aspectos que no se consideraron y que resultan importantes al momento de cuantificar y cualificar la población afro.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. De todas maneras, lo bueno es contar con datos que puedan robustecerse con nuevas investigaciones.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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