domingo, 6 de noviembre de 2011

Etnoeducación en Medellín: un reto impostergable


Responder con políticas públicas inclusivas para poblaciones diferenciadas no constituye una dádiva de la administración municipal sino un compromiso de país y un reto por transformar las prácticas institucionales con las que se sostienen las barreras y fronteras que impiden o dificultan el ascenso social y la satisfacción de las pretensiones de bienestar de aquellos y aquellas que, constituyendo al menos el 11% de la población nacional, habitualmente han sido dejados al margen de la gestión y el reparto de los beneficios de la ciudadanía. En ese propósito, la etnoeducación constituye una apuesta fundamental para incorporar el enfoque étnico diferencial y la vivencia ética, valorativa y cognoscitiva nacida de la inclusión de la diferencia en los escenarios educativos. 


De hecho, acudiendo a las cifras oficiales, para las fechas de recolección de información del Censo 2005, el 44,71% de los afrodescendientes se concentraba en el litoral Pacíco y el 26,97% en el Caribe; situación que se ha visto modificada en buena medida producto del desplazamiento, la migración forzada y la búsqueda de alternativas ocupacionales en las ciudades; situando a Antioquia como el segundo departamento con mayor población afrodescendiente y convirtiendo a Medellín en una ciudad paridora, receptora y contenedora de por lo menos 236.000 de sus habitantes que se reconocen como afrodescendientes. Respecto a los indígenas, al menos 22.000 pertenecientes mayoritariamente a los grupos Emberá, Tule y Sinú se cuentan igualmente en el departamento, constituyendo en Medellín el Cabildo Chibcariwak conformado por lo menos por 2.800 indígenas provenientes de 30 diferentes grupos indígenas asentados y nacidos en la ciudad. 

De manera sostenida, indígenas y afrodescendientes comparten en la ciudad indicadores precarios. Si se observan las estadísticas, encontramos un diferencial de más de 6 puntos entre la tasa de analfabetismo de la población afrodescendiente frente a la población mestiza en la ciudad, más alta aun que la global del país (4 puntos). El que el 17% de los encuestados en la caracterización de afrodescendientes en Medellín admita no saber leer ni escribir incide negativamente en los indicadores de calidad de vida, educación superior, ocupación, nivel de ingresos y participación política. Como se menciona en dicha caracterización, resulta claro que “altos índices de analfabetismo dan cuenta de una afrenta a los derechos humanos que condena a poblaciones enteras a la miseria y el enajenamiento” (CON-VIVAMOS 2011). 

Por ello, ante la propuesta del Alcalde electo, Anibal Gaviria, de instalar para la ciudad un instrumento de gobierno que fortalezca la atención a los programas y proyectos destinados a la producción de bienestar y al reconocimiento de derechos para las y los afrodescendientes, habría que insistir en que cada Secretaría de despacho debería aportar sustancialmente en lo que le corresponda para que tal ente no se convierta en un entuerto patético, débil y sin mayores responsabilidades en la consolidación de políticas públicas diferenciadas.

Cali, Cartagena y ahora Bogotá se cuentan entre las ciudades que han gestado Secretarías o Direcciones de Asuntos Étnicos tendientes a acrecentar las oportunidades para la promoción y garantía de derechos diferenciados, el fortalecimiento del entramado institucional para la investigación, atención y acción favorable a la vivencia y protección de costumbres, ancestralidades y tradiciones identitarias, el reconocimiento y garantía de derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales; así como la adopción de medidas que contribuyan al desmonte de las prácticas discriminatorias. Hoy Medellín cuenta con una oficina de asuntos étnicos dependiente de una subsecretaría de la secretaría de Cultura Ciudadana, sin que logre constituirse en un organismo influyente ni decisorio en la definición de políticas públicas diferenciadas, en buena medida producto de tal ubicación altamente dependiente y escalonada en el organigrama municipal. 

En el mismo sentido, generar condiciones reales para el acceso a cargos públicos de carrera o de libre nombramiento y remoción resulta fundamental; sin que ello se reduzca a plazas discretas y pocas en número, ocupadas por afrodescendientes en proyectos dirigidos a tal población. Resulta sintomático que, pese al mejoramiento en sus capacidades por acceso a programas de formación en educación superior y posgraduada, la ciudad no cuente con un solo secretario de despacho afrodescendiente.

Más preocupante aun, se aprecia el hecho de que, pese a contar con legislación y reglamentación específica, no resulte suficiente ni significativo lo abonado en Medellín respecto a la implementación de estrategias educativas de inclusión étnica; pese a que en materia etnoeducativa, tanto para indígenas como para afrodescendientes existe un articulado expreso que exige a las autoridades de la ciudad el respeto a la diversidad étnica, la inclusión de la cátedra de estudios afrocolombianos en todas las instituciones educativas y la promoción, satisfacción y garantía de derechos y libertades realizadas en pro del desarrollo económico, político, cultural y social de tales comunidades.

Dado el trabajo precario en esta materia, habría que afirmar que la Secretaría de Educación de Medellín aun no se ha enterado de la importancia que ha ganado la etnoeducación en el país, producto de las luchas y acciones de incidencia gestadas por organizaciones y liderazgos étnicos; pese a que, en el contexto del diseño, formulación y ejecución de programas y proyectos para poblaciones étnicamente diferenciadas, esta se constituya en una herramienta fundamental en la generación de dispositivos sociales y culturales en el combate contra el racismo y todas las formas de discriminación subsistentes, así como en el soporte para la incorporación y dimensionamiento de acciones educativas sensibles y respetuosas con la diferencia étnica. 

De hecho, el que etnoeducación sea una palabra refundida entre las muchas funciones de una sola persona en dicha dependencia, la cual se encarga de los demás “proyectos especiales”; no sólo evidencia la poca importancia que se da oficialmente al asunto sino además el desinterés por acrecentar las acciones institucionales tendientes a la incorporación efectiva de prácticas etnoeducativas en el contexto urbano, en una ciudad diversa como Medellín, en la que nacen, viven y vienen a residenciarse continuamente porciones significativas de sus ciudadanos. Del mismo modo, salta a la vista con tal asignación funcional la confusión administrativa entre la etnoeducación que responde a la dignificación, vivencia y preservación de las identidades diversas que enriquecen la colombianidad y la atención a grupos étnicos en acciones educativas institucionales.

Frente al precario trabajo etnoeducativo oficial en la ciudad, destaca el persistente ejercicio de investigación y formación emprendido hace varios años por el sindicato de educadores, Adida, responsable de la diplomatura de un nutrido grupo de docentes, con los que se han acrecentado las publicaciones disponibles para apoyar especialmente la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos. En igual sentido, un conjunto de publicaciones independientes, ensayos y materiales didácticos se suman a la breve lista de las herramientas etnoeducativas producidas en la ciudad, entre ellas la “catanga pedagógica” desarrollada, curiosamente, por la Secretaría de las Mujeres.

Ante tal precariedad, quisiera insistir en la necesidad de producir las decisiones para que la etnoeducación gane significación en la política educativa de la ciudad, en la medida en que resulta determinante para que los mundos de los otros colonicen la escuela y los escenarios comunicacionales, informativos y formativos de ciudad; abriendo espacios para escolarizar los saberes tradicionales y didactizar el conocimiento ancestral, las éticas y los procesos valorativos afrocolombiano e indígena, incrementando su disponibilidad para quienes suelen ser formados exclusivamente en tradiciones de pensamiento marcadas por un concepción de la cientificidad eurocéntrica y europeizante.

En tal propósito, sería loable que pudieran redoblarse esfuerzos para gestar una red de docentes y directivos etnoeducadores en la ciudad, pese a que no existan plazas específicas con tal fin. Apoyar tal iniciativa, bien podría hacerse desde la Escuela del Maestro, con participación de las organizaciones, liderazgos e investigadores en torno al asunto en la ciudad, promoviendo encuentros, eventos y acciones de formación, socialización y difusión de experiencias, gestando publicaciones que den cuenta de iniciativas educativas emprendidas en la ciudad y facilitando la interlocución entre los diferentes actores participes en la divulgación e implementación de las mismas; de modo tal que gane pertinencia y se fortalezca el trabajo emprendido en las pocas instituciones educativas y organizaciones que hoy le apuestan a significar étnicamente la educación de las generaciones jóvenes en Medellín. 

Trabajo citado 

Con.vivamos - Secretaría de cultura Ciudadana. Condiciones de la población negra, afrocolombiana, palenquera y raizal en Medellín: Caracterización sociodemográfica, desarrollo humano y derechos humanos. 2011







4 comentarios:

  1. Que importante comentario el que usted hace, señor Arleison. Como descendiente indígena considero que nos unen las mismas necesidades en esta ciudad. Un gran abrazo.

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  2. Mario Calzado Gonzalez12 de noviembre de 2011, 16:25

    Profesor, permítame unirme a su reclamo por la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos y la Etnoeducación en Medellín; asunto abiertamente desconocido por las autoridades locales.

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  3. Profe quiero expresarle mi agrado por este artículo. Da cuenta de la realidad no solo de la etnoeducación en Medellín, sino de toda problemática afro. Las cifras publicadas hace poco por Con-vivamos sobre las condiciones de la población negra en Medellín son indeseables, esto ya no se trata de inclusión, la cuestión merece una política pública con enfoque étnico diferencial. Su propuesta sobre la implementación de la cátedra y la aplicación de la etnoeducación en diferentes escenarios de la ciudad, hace necesaria la creación de al menos una subsecretaría en la Secretaria de Educación Municipal.
    Saludos, JM

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  4. Hola juan Manuel.
    Muy pertinente tu comentario. Ojalá la nueva administración de la ciudad sea mucho más sensible a estos asuntos y nosotros seamos mucho más osados en defenderlos.

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Gracias por tu comentario.

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CuestionP Aportes para una teorìa polìtica de la afrodescendencia por Arleison Arcos Rivas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 2.5 Colombia.

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