Los continuos eventos de perturbación con los que el mundo de la productividad, la economía y las finanzas nos sorprende cada día, hoy ante las cámaras en vivo y en directo, confirman la tesis según la cual asistimos a una crisis sin precedentes del modelo civilizatorio occidental capitalista., cuyos efectos no se resuelven por la contención de fronteras ni por la concentración de reservas o por el lanzamiento de salvavidas de los bancos centrales y los organismos multilaterales. Grecia e Italia son ahora las evidencias que insisten en más de lo mismo; tal como hace poco Estados Unidos o Portugal.
Estas crisis, sin embargo, no se han visto acompañadas de cambios significativos ni estructurales de amplia repercusión en el mundo político y económico, pese a que han animado una inusitada oleada de movilizaciones sociales y ciudadanas que han activado redes y circuitos de actuación presencial y virtual denominados altermundistas, antiglobalizadores y alternativos.
El viejo modelo imperial, centralizador y monolítico, sobre el que se han articulado históricamente las hegemonías que, bajo el manto de la democratización y la liberalización del estado, han pretendido extender por sobre las fronteras nacionales condiciones macroeconómicas y políticas que produzcan estabilidad, parece no haber alcanzado tal propósito. Ni el Fondo Monetario Internacional, ni el Banco Mundial, ni Naciones Unidas ni, por lo que vemos hoy, la antes promisoria Unión Europea, han logrado marcar los hitos con los cuales generar tal orden en el contexto regional ni en el planetario.
Las denominadas medidas anticíclicas tan sólo contienen sin resolver los graves problemas del empleo, la fugacidad de capitales, los bajonazos en la productividad, el estancamiento y el crecimiento precario, los vaivenes de la tasa cambiaria, el crecimiento de la deuda interna y en el exterior, la inestabilidad del sistema financiero o la paranoia de los mercados bursátiles, extendiendo a las economías la incertidumbre que a fines del siglo XX se predicaba para denunciar los límites de lo político y los peligros del entramado sanitario en la primera década del siglo XXI.
Curiosamente, los salvavidas implementados en los Estados Unidos, luego en Portugal y Grecia han puesto en riesgo la salvaguarda de condiciones para que la economía planetaria contenga los embates de la fractura sistémica del capitalismo, produciendo lo impensable: bancarrota de economías nacionales en el mundo del alto desarrollo; toda vez que estabilizar tales economías produce el efecto de desestabilizar a las otras.
Como en una vieja telenovela mexicana, hoy los ricos también lloran. Concentrados como están en apagar incendios, los eventos internacionales nos advierten de paso que las medidas de rescate implementadas no sólo constituyen una nueva amenaza contra los pobres, individuos, países y regiones; sino un campanazo gigantesco respecto de las limitaciones del capitalismo y su impacto protuberante en la mundialización de la incertidumbre y las desigualdades.
Por ello tienen sentido las opiniones expertas que insisten en la necesidad de construir un nuevo sistema económico mundial “que funcione en cualquier circunstancia y que sea incluyente, no sólo para unas pocas personas”, como recomienda el economista y premio nobel de paz Muhammad Yunus; a quien no se puede acusar con la batería anticonceptual y la urticaria que el marxismo genera en los ortodoxos liberales.
Para entender qué hacer, los economistas deberían retornar a la escuela para desaprender las fórmulas manidas; mejor aun, debería alentarse al conjunto de las disciplinas sociales para que diseñen nuevos modelos de organización de la riqueza, reparto de la renta y extensión de oportunidades de bienestar en el sistema planetario. En este propósito, las alternativas por un mundo posible deberían dejar su modesta posición de resistencia conservadora para lanzarse a conquistar un mundo a la medida del ser humano, tal vez con el ímpetu con el que la denominada ciencia ficción nos ha acostumbrado a anticipar el futuro. Si esta ya no es la época de revoluciones armadas, habrá que inventarse entonces una forma de actuación planetaria capaz de subvertir el orden impuesto por el G-8, el G-20, los grupos de pensamiento económico mundial y las pocas transnacionales que controlan de modo decisorio las economías nacionales frente a gobiernos tan impotentes como incompetentes, una y otra vez legitimados en el círculo estéril de la elección popular.
En este proceso, habrá que reclamar con reciedumbre y edificar con tenacidad e inteligencia una ética y nuevas ideologías en las que la solidaridad, la lealtad y la conexión entre los seres humanos pesen más que la acumulación, la voracidad y la rapiña. Sororidad Ubuntu y Uramba bien podrían ser los materiales de esta construcción.
Queda una sensación un tanto singular al leer este articulo, diría que casi que choca con lo chovinista o latinoamericanista. Veré si puedo ponerlo en una pregunta ¿Cuál es la repercusión de la situación económica mundial en nuestras tierras? ¿Acaso podríamos estar a punto de la hecatombe social y política, acaso este fenómeno se puede expresar similarmente acá? Donde queda el proceso contra-hegemónico, para ponerlo en términos de Boaventura de Souza Santos, que se ha sucedió. Los ricos han estado en crisis constantemente, los pobres nos hemos muerto de hambre, sin embargo la situación está siendo contenido desde hace ya años. Esto si se quiere es una crítica también a los sociólogos del riesgo; donde pongo en escena que los pobres también estamos creando un sistema político y social, diferente al hegemónico. Un abrazo, mi buen amigo, Mi negro querido (Ojo que quede claro cuál es la connotaciòn)
ResponderEliminarMi blanco querido (Ojo que quede claro que esa expresión solo tiene UNA connotación, despótica y colonial), le recomiendo que lea la columna de Eduardo Sarmiento, del domingo 13 de noviembre, respecto de la "Desigualdad y atraso social" en el país.
ResponderEliminarsi en suramerica y principalmente colombia los bancos nos chupan la sangre empezando con las cuentas de pagos de nominas, AHORROS, CREDITOS, TARJETAS, FIDUCIAS ETC., EMBARGOS, HIPOTECAS, DESPERTEMOS EN COLOMBIA Y CONVOQUEMOS A TRAVES DE :NUEVO MOVIMIENTO CIVICO Y JUVENIL, A: PROTESTAS CIVILES ,TOMAS DE CIUDADES CAPITALES GRANDES E INTERMEDIAS...!
ResponderEliminarOscar, gracias por tu comentario.
ResponderEliminarLa pregunta politológica para el siglo XXI será indiscutiblemente esa: ¿Cómo se articula a los desarticulados; cómo se convoca a los autoconvocados?